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Los enredos de un casamiento

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La fiesta de la vida

Crítica

La fiesta de la vida es una divertida comedia francesa

El cine comercial francés, principalmente en su formato de comedia, siempre ha sido un producto de exportación. Una fórmula bien aceitada (algunos buenos gags, personajes atractivos, historias universales) le ha permitido de que muchas de sus películas hayan conocido, por ejemplo, exitosas versiones en Hollywood. Coline Serreau (Tres hombres y un biberón, La jaula de las locas) o Francis Veber (Tres Fugitivos, Su juguete favorito, La cena de los tontos) fueron éxitos en Francia y fenómenos globales con sus versiones americanas.

Con su anterior película, Amigos intocables, Olivier Nakache y Eric Toledano consiguieron algo similar. Aquella historia de millonario parapléjico y acompañante negro tuvo una versión argentina (Inseparables con Rodrigo de la Serna y Oscar Martínez) y en marzo se estrena una de Hollywood, The Upside, con Bryan Cranston y Kevin Hart. Quizás se deba a que la película original, sin ser nada del otro mundo, funcionaba a nivel sentimental, tenía un par de chistes divertidos y un final aleccionador y humanista. A muchísima gente le gustó muchísimo.

Después de una no tan lograda, Samba, Toledano y Nakache vuelven con algo más universal. Es inevitable no pensar en que La fiesta de la vida va a ser otro éxito grande y que aparecerán versiones por todos lados.

Es la odisea de Max (Jean-Pierre Bacri), un wedding planner que tiene que encargarse de una boda a todo trapo en un castillo del siglo XVIII. Aunque tiene un notorio aire de suficiencia (un tanto irritante en la primera escena), su equipo es una pandilla de ineptos con los que es un milagro que le den trabajo. La troupe incluye un fotógrafo despreocupado y su asistente adolescente, una encargada de mecha corta, un cantante con amor propio, un cuñado bueno para nada y una asistente con la que Max está viviendo un romance extramatrimonial que urge hacerse oficial. Además, el novio es un pelmazo importante al que nada le viene bien.

La película sigue entonces toda la preparación y la boda en sí que, con esos ingredientes tiene todo para salir espantosa. Serán distraídos pero tienen oficio y los problemas se van solucionando hacia un final, cierto, un poco sentimentalote. Hay un aire de nostalgia y aprehensión a la tecnología que busca la complicidad de su público.

Ficha

La fiesta de la vida (* * *)

Francia, 2017. Título original: C’est la Vie. Escrita y dirigida por Olivier Nakache, Eric Toledano. Fotografía: David Chizallet. Música: Avishai Cohen. Dirección de arte: Mathieu Vadepied. Edición: Dorian Rigal-Ansous. Con: Jean-Pierre Bacri, Jean-Paul Rouve, Vincent Macaigne, Gilles Lellouche, Eye Haidara, Suzanne Clément, Hélène Vincent. Duración: 117 minutos. Estreno: 4 de enero.

Oficio es lo que mejor ofrecen Toledano y Nakache. Podría ser más graciosa pero todo lo que se proponen lo resuelven. Lo mejor que se puede decir es que, a pesar de sus fallas, todo en La fiesta de la vida está en su lugar: los actores están muy bien, la fauna de personajes es divertida, los enredos tienden a funcionar y hay un aire buena onda que termina conquistando. Visualmente tiene un par de escenas inspiradas.

Esos ingredientes siempre le han bastado al cine francés para conseguir fenómenos mundiales. La fiesta de la vida tiene todo para serlo.

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