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Emotivo retrato de un líder y su tiempo

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Wilson Ferreira Aldunate, un líder nacional indiscutible. Foto: archivo El País
Acto de Wilson Ferreira Aldunate en 1984, Explanada de la Intendencia 20031128 Foto ARCHIVO

De los muchos momentos emotivos incluidos en Wilson, el documental de Mateo Gutiérrez sobre Ferreira Aldunate, hay uno especialmente revelador: un video de vigilancia del cuartel de Trinidad al que fue a parar el líder blanco a su regreso al Uruguay aún en dictadura.

Allí se muestra el instante íntimo de un encuentro familiar en tiempos aciagos de esos en los que menos que menos hay que bajar los brazos. Y ese saludo tan lleno de afecto de Ferreira Aldunate a su esposa y a su hija, robado así como a hurtadillas, es una síntesis de una vida pública cargada de instantes privados, de un hombre que fue líder y también padre de familia.

Entre esas dos dimensiones navega Wilson: Gutiérrez le da tanta importancia a lo político como a lo individual de una figura inmensa de la realidad nacional. Su vida, además, sintetiza todo un momento de la historia uruguaya y el director sabe cómo aprovecharlo.

El documental —que se inicia con el regreso amenazado por el régimen en el Vapor de la carrera, rodeado de correligionarios, familiares y periodistas— muestra, hacia atrás y hacia adelante, la vida de Ferreira Aldunate desde su infancia en Melo hasta su muerte en 1988. Gutiérrez maneja bien las emociones aunque no puede, ni quiere, evitar un relato lleno de momentos conmovedores.

Gutiérrez —quien en DF (Destino final) había contado la historia de su padre, Héctor Gutiérrez Ruiz y de Zelmar Michelini— aquí se atreve con un personaje aún más grande: pocos líderes de la historia moderna del Uruguay fueron tan carismáticos, simpáticos y, sí, polémicos, una arista que Gutiérrez no quiso eludir.

El puzzle está armado con declaraciones de gente tan dispar como los expresidentes Lacalle, Batlle y Mujica; compañeros de ruta como Carlos Julio Pereyra o el comunicador Serrano Abella, políticos de varios sectores (Ignacio De Posadas, Danilo Astori, Julio Marenales) y la propia familia. A ellos se suman los testimonios de congresistas y asesores estadounidenses que rescatan su figura en tiempos aciagos de exilio y lucha contra la dictadura.

Algunos de los entrevistados dejan ver sus diferencias con la figura retratada pero todos destacan su hombría de bien, su simpatía y su inteligencia.

A todo eso hay que agregar documentos gráficos aportados por la familia e informes periodísticos muchos de ellos perdidos en las memoria. Hay documentos de época (Herrera votando, por ejemplo) que uno nunca había visto.

El retrato que consigue Gutiérrez es ambicioso y, a sabiendas que es imposible completar una foto totalmente fiel de una figura así, bien abarcativo.

Lo que se ve, entonces, es a un ser empecinado en sus ideales, muy carismático, lúcido para entender la realidad, de buen humor y consciente del papel personal y de su colectividad política en los tiempos que le tocó vivir, que no fueron de los fáciles.

Gutiérrez une toda esa información como una aventura y ese es uno de los principales méritos de Wilson: tiene suspenso, drama y, sí, comedia. Y hasta una historia de amor como esa escena en la que Susana, su esposa, pasaba todos los días a las once por la vereda del apartamento en Buenos Aires para que Wilson, que estaba refugiado allí, la viera.

Aportan mucho las imágenes. Además de las escenas en la cárcel (donde también se lo ve caminando y leyendo como parte de un ejercicio mental y físico que nunca abandonó), el documental tiene material que parecería inédito como Ferreira Aldunate en su estancia o en su exilio londinense, entrevistas de televisión, discursos (era un orador implacable) o ese retrato de sus últimos días ya víctima de la enfermedad que terminó matándolo.

"Les quiero pedir una cosa", recuerda que le dijo Ferreira Aldunate el expresidente Laca-lle. "Cuando yo no esté no se peleen". Esa casi última voluntad, refleja el espíritu de Ferreira Aldunate. Y un poco el espíritu del documental que apoyándose en muchas voces, rescata el tono de concordia peleadora, de objetivo común que no escapaba a las diferencias, que tuvo la visión política de Wilson.

Un director que no evita lo político y lo personal.

"Sé que estoy presentando un tema que se me va de las manos: es inabarcable", le había dicho Mateo Gutiérrez, el director de Wilson a El País. "Lo político lo toco con mucha responsabilidad: quiero contar mi visión de Wilson y no dar manija política. Se puede coincidir o no pero quise contar una visión bien global. Es poco partidario porque Wilson se convirtió en el exilio en un líder nacional". Aunque hay una simpatía evidente, consigue un tono bastante imparcial.

Wilson Ferreira Aldunate, además, tiene un componente muy personal para Gutiérrez, quien a través de su padre (el legislador asesinado Héctor Gutiérrez Ruiz) lo conoció siendo niño. Ese mismo componente personal, que Gutiérrez no disimula, estaba presente en DF (Destino final), su anterior documental sobre la vida y la muerte de su padre y del senador colorado Zelmar Michelini.

Wilson [****]

Uruguay, 2017. Director: Mateo Gutiérrez. Productores: Mariana Secco y Mateo Gutiérrez Producción ejecutiva: Secco y Cecilia Mato. Investigación histórica: Antonio Pereira. Director de fotografía: Martín Espina. Montaje y color: Sebastián Cerveñansky. Dirección de sonido: Fabián Oliver. Música: Los Olimareños. Duración: 108 minutos. Estreno: 3 de agosto.

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Wilson Ferreira Aldunate, un líder nacional indiscutible. Foto: archivo El País

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