El director y libretista Damien Chazelle afirma que hay un componente autobiográfico en este drama acerca de un joven (Miles Teller) empeñado en convertirse en un consumado baterista de "jazz", y el brutal profesor (J.K. Simmons) que apela a recursos verdaderamente pesados para lograr que su alumno rinda a su mejor nivel.

Justamente en torno a los métodos del profesor se han centrado casi todas las polémicas suscitadas por esta película. Se ha cuestionado su ética con buenas razones, y también su credibilidad con razones menos persuasivas. No es obvio que para que un alumno aprenda haya que tratarlo como a un felpudo, pero es menos obvio que no existan profesores que se comporten así. Lo que, en todo caso, haría que el campo de experiencias que retrata la película fuera reducido (no a todo el mundo lo maltratarían como al personaje de Teller) pero no lo convertiría en irreal o inverosímil. Y podría seguir siendo la crónica válida de una experiencia personal.

Ya se ha dicho por ahí que el comportamiento del personaje de Simmons recuerda al de R. Lee Ermey en Nacido para matar, y más ampliamente el de todos los sargento brutos encargados de entrenar a los reclutas que en el cine de guerra han sido. Naturalmente, ello puede dar lugar al debate ético. Puede entenderse que en el ejército se trate de acostumbrar a los soldados a la brutalidad: otorga más posibilidades de salir vivo de una batalla. No es tan claro que el método sea necesario para aprender a tocar la batería, pero eso es justamente lo que la película sugiere que le pasó a Damien Cha-zelle, y que tal vez éste decidió filmar como una manera de exorcisarlo.

Cada vez más, las discusiones sobre las películas tienen menos que ver con el cine. Al parecer, Whiplash gusta o no según se entienda que el profesor es un apasionado o un sádico, y el alumno alguien que realmente quiere ser el mejor en lo suyo o un mero masoquista. O, peor aún, si el método de enseñanza que se muestra en el film es adecuado o no. Por supuesto, es como discutir si Francotirador es probélica o antibélica, y determinar que por una u otra de esas razones es mejor o peor. De las razones o sinrazones para el rigor de un profesor no se desprende en absoluto un juicio estético.

Ni siquiera se deriva una aprobación de esas conductas. Como lo escribiera Eric Rohmer hace acaso demasiado tiempo, el cine (o una buena parte de él, al menos) no está hecho para demostrar, sino parra mostrar, y el juicio sobre lo que muestra puede quedar abierto a la interpretación de su espectador. Whiplash bien puede ser un ejemplo claro al respecto: el final, sobre todo, deja alguna puerta abierta para que el público la cierre.

Duelo de voluntades, ejercicio tal vez "sobredramatizado" de una experiencia de aprendizaje, la película funciona por motivos ajenos a las técnicas de su discutible profesor. Está vigorosamente editada, sabe usar con mucha habilidad una expléndida banda sonora poblada de temas de "jazz", y narra sin desvíos una historia que nunca se detiene. También hay que dedicar un párrafo a su elenco.

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De hecho, en el film hay dos personajes (alumno y profesor), el resto es coro. No está mal Miles Teller como el joven estudiante, pero no es él quien lleva el mayor peso del relato. Hay que fijarse más bien en J.K. Simmons, que está siendo candidato a casi todo premio imaginable por su labor en el papel del profesor, y probablemente gane varios de ellos, incluyendo el Oscar a mejor actor secundario. Igual va a ser un error: su personaje no es realmente secundario.

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