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David Fincher habla de "Mank", de su padre y de su película favorita de Semana Santa

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David Fincher

Entrevista

El director acaba de estrenar su nueva película en Netflix y en esta nota comparte algunos recuerdos vinculados al cine

David Fincher
David Fincher, director de "Hank"

Jack Fincher se retiró del periodismo justo en el momento en que su hijo, David, pasaba de dirigir videos musicales para artistas como Madonna y George Michael a filmar su primer largometraje, Alien 3. Jack, fanático del cine de toda la vida, le dijo a David que le gustaría intentar escribir un guion.

David lo animó a profundizar en la historia de Herman Mankiewicz, el coguionista (o, quizás, el único escritor) de la trascendental película de Orson Welles El ciudadano de 1941. Jack escribió ocho borradores del guion, enfocándose en la travesía del autosaboteador Mankiewicz mientras deja de traicionar sus talentos y realiza su única obra maestra en una etapa (relativamente) tardía de la vida. Padre e hijo nunca pudieron crear una buena versión del guion y Jack murió en 2003 de cáncer de páncreas. Esos ocho borradores de Mankestuvieron en un estante de la oficina de David durante años hasta que Ted Sarandos y Cindy Holland, ejecutivos de Netflix, le preguntaron a Fincher sobre su proyecto soñado no realizado. Eso fue hace dos años y Mank ha consumido la mayor parte de las horas de vigilia de Fincher desde entonces.

La película en blanco y negro, protagonizada por Gary Oldman, se estrenó en unos cuantos cines el mes pasado y llegó a Netflix el viernes. Se perfila para tener éxito en la temporada de premios de este año, sea como sea. Sin duda es la película más cálida que Fincher ha hecho en su carrera, que ha estado basada en la idea de que “la gente es pervertida”.

—Hay una frase en Mank que dice que no se puede capturar la vida de un hombre en dos horas. Lo máximo que puedes hacer es dejar una impresión. ¿Qué impresión esperas que Mank deje en la gente?

—Solo espero que sea una apreciación de alguien que dejó una gran huella a su manera y en su época. Con suerte, volverá a ser divertido para la gente que puede o no haber escuchado sus chistes y ocurrencias.

—Si la memoria no me falla, Oldman está en todas las escenas de la película. ¿Es así?

—Sí. Bromeábamos: estás en todas las escenas. Pero estás acostado en la mitad de ellas. (Mankiewicz está postrado en la cama durante gran parte de la película). Pero eso me pasa mucho. Recuerdo cuando rodé “El juego” y los asistentes de Michael Douglas se acercaron para preguntarme: “¿En cuántas escenas no aparece?”. Ah. Está en todas las escenas. No se me había ocurrido hasta entonces. Es un poco como Barrio chino. Olvidas que toda la película se ve desde la perspectiva del papel de Jack Nicholson. No hay ninguna escena que no transmita información que él necesita o que asume que ya tiene. Es un enfoque muy subjetivo. Pero sí... Gary fue todo un guerrero, listo para hacer lo necesario para que quedara lo mejor posible.

—Y hace muchas cosas. Adopta los defectos de Mankiewicz como debilitantes y, a la vez, parte importante de su encanto. Te horroriza que haya apostado 5000 dólares para ver cuánto tiempo tardaría una hoja en caer al suelo. Pero su ingenio te conquista. Por supuesto, solo tenemos que vivir con él un par de horas.

—Mi experiencia con Gary es que es casi obscenamente honesto. Había muchas reservas sobre Mank como personaje porque, más que nada, necesitaba ser humano. No puedes simplemente escribirle a un personaje las mejores ocurrencias. Tienes que entender por qué la gente se frustra con él. Y muchos actores, sin decirlo, tal vez habrían querido bajar el tono del alcoholismo porque es demasiado real. Pero Gary... Sid Vicious no era un tipo particularmente agradable (Oldman interpretó al bajista de los Sex Pistols en la película de 1986 Sid y Nancy). No obstante, resulta increíblemente humano porque Gary despide esa valentía de compromiso.

—Parece que ustedes dos compartían un enfoque similar, lo que no siempre ha sido el caso con tus actores. Una vez dijiste: “Si no te abrazaron lo suficiente de niño, no encontrarás lo que buscas en mí”.

—Puede que haya sido más que un poco impertinente porque soy propenso a eso. Tengo una filosofía muy diferente sobre el reparto de papeles ahora de la que solía tener. Antes, valía la pena hacer cualquier cosa para conseguir a una persona increíble en un papel. Pero también me di cuenta de que no hay suficiente tiempo para más de una personalidad especial. No puedes tener tres o cuatro miembros del reparto que requieran una cantidad desmesurada de atención. Eso puede ser difícil para toda la unidad. Disfruto trabajar con personas con iniciativa propia. Charlas con ellos y ellos no pueden esperar a terminar la charla para mostrarme lo que pretendían hacer. Pero son muy pocos los que trabajan así.

—¿Te abrazaron lo suficiente cuando eras niño?

—Mucho. (se ríe). Gracias.

—Tu padre te llevó a ver 2001: Odisea del espacio a los siete años..

—¿Sabes que fue lo mejor? La conversación posterior. “Entonces él atraviesa un túnel de luz”, le decía, y mi padre sonreía y respondía: “Si eso es lo que viste, así es”. Él estaba muy interesado en que el cine fuera un arte interpretativo. No hay una sola manera de ver nada. Y ese era un concepto liberador y problemático.

—¿Cuál era tu película favorita en ese momento?

—Cuando tenía siete años, era Butch Cassidy. Probablemente la vi 25 o 30 veces. Había un principio, un desarrollo y un desenlace, y sabías exactamente qué historia contaba. Pero en el espacio intermedio, había muchos momentos que podías volver a apreciar. No tenías que interpretarla como en 2001.

—Hay una historia sobre tu padre, que escribió una novela y luego la quemó delante de tu madre porque no estaba satisfecho con ella.

— He tenido ese instinto. Si pudiera quemar algunos de mis videos musicales, lo haría.

—Había una lista escrita a mano que apareció en internet hace varios años donde seleccionaste 26 de tus películas favoritas...

—Ay, Dios mío, esa maldita lista. (Risas). Me pidieron que escribiera una lista de películas influyentes que había visto de niño, así que la hice para que mi asistente la transcribiera y la enviara. Fue enviada a una publicación que, con toda su emoción, decidió imprimirla y luego un novato del Photoshop decidió añadir la frase: “Mis mejores películas” o algo así. Ya no me involucro en esos jueguitos, así que no voy a hablar de esa lista.

—Solo iba a preguntar cuántas de esas películas viste con tu padre.

—Ah. Yo creo que la mitad tal vez.

—La mayoría de ellas datan de tu juventud. Creo que la última es Mad Max 2.

— Sí, lo llevé a verla. Yo la vi y le dije: “Viejo, tienes que ver esta película”.

—También lo llevaste a ver Alien, ¿verdad?

—Ah, sí. Fue muy divertido verlo retorcerse en su asiento. Tiburón, también. Había visto Tiburón e insistí en que me acompañara a verla de nuevo. Él había oído que el tiburón parecía de plástico y todas esas cosas que expresan escepticismo cuando eres adulto. Pero le encantó y pensó que era genial.

—Cuando te convertiste en padre, ¿hiciste un intercambio similar de películas con tu hija?

—Sí. Mi esposa me sorprendió cuando le estaba mostrando El exorcista a los 8 años.  Le dije: “Tienes que ver esto para apreciar cómo era realmente la vida en los años setenta. Había largas filas para ver esta película”. Y ella estaba bastante desconcertada. Cuando eres hijo de un director de cine, pasas tiempo en muchos platós de filmación. Ves muchas cosas. [Pausa] Tal vez no fue El exorcista. Tal vez fue Alien. Una de esas. Le mostré una película muy inapropiada y se la pasó muy bien, le pareció muy buena y después se puso a hacer sus cosas. No quedó traumatizada de ninguna manera.

—Pero me imagino que tu esposa no estaba de acuerdo con eso.

—Al hablar de Mank, has dicho que El ciudadano ya no es la mejor película estadounidense...

— Bueno, tal vez ya no. Quizá en su momento lo fue.

—¿Estás dispuesto a nominar un sucesor?

—Ya sabes cómo es esto, alguien te pregunta cuál es tu película favorita. ¿No es ridículo? Si es Halloween, tengo una lista de las cinco mejores. Si es Semana Santa, tengo una lista de las cinco mejores. Si es verano...

—Espera. ¿Tienes una lista de las cinco mejores películas de Semana Santa?

—Recuerdo que veía Ben-Hur en la televisión todos los años en Semana Santa. Es algo tranquilizador verla en todo el esplendor del Technicolor. Recuerdo que El mago de Oz siempre estaba en la televisión por cable y siempre había una negociación con mis padres —y estoy hablando de cuando estaba en segundo o tercer grado— “Si nos bañamos temprano, ¿podemos quedarnos despiertos y verla toda?”. Un amigo dijo que hay un recuerdo compartido para cualquiera que haya nacido entre, no sé, 1959 y 1964: tienes el pelo mojado, tienes una toalla alrededor de la cabeza, estás en pijama y el León Cobarde corre por el pasillo, salta por la ventana y luego hay un corte comercial. Conozco a 50 personas que tienen ese mismo recuerdo.

—Pensando en las conversaciones que tuviste con tu padre después de ver películas juntos y cómo las valoraste, ¿sentiste que hacer Mank continuaba esas conversaciones de cierta manera?

—Supongo que sí, tangencialmente. Pero el acto de apreciar es casi lo contrario de la creación del momento. Tienes que ser reflexivo y articular la respuesta que deseas obtener de la audiencia. Pero la conversación era mucho más “de adentro hacia afuera”.

—A los 58 años, tienes casi la misma edad que él cuando empezó a escribir el guion. ¿El paso del tiempo ha profundizado o cambiado tu comprensión de lo que escribió?

—Creo que entendí, en retrospectiva, que el hecho de que se identificara con Herman tenía mucho más que ver con la evaluación del propio legado de lo que tal vez me había dado cuenta.

—¿Sabías que el único lugar en el condado de Los Ángeles donde se puede ver “Mank” en una pantalla grande es un autocine en City of Industry? Ha estado proyectándose allí durante semanas.

— Vaya. ¿Un autocine? No es común que los autocines proyecten películas en blanco y negro. Es un poco extraño. Recuerdo haber visto La fuga del loco y la sucia y Carrera contra el destino y otras películas como esas en autocinemas. Normalmente eran espeluznantes, como las de Corman.
Para mí, la naturaleza gráfica de ese agujero en el cielo cuando ves el brillo de la ciudad en el fondo y las nubes iluminadas por el vapor de sodio y las lámparas de halogenuros metálicos, y luego la imagen de ese rectángulo que parece un portal; el hecho de que esté en blanco y negro no es algo que haya imaginado. Es genial. Tendré que ir. Ya sabes, me voy a estacionar del otro lado de la calle. ¡Así me ahorro tres dólares! Así recuerdo que vi La fuga del loco y la sucia.

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