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Los cuentos ya no son lo que eran

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La peripecia del panadero y su esposa (James Corden, Emily Blunt), y la maldición que la bruja Meryl Streep ha lanzado sobre ellos, es el cemento que une las diversas líneas anecdóticas de la primera parte de este film. 

Cenicienta (Anna Kendrick), Caperucita (Lilla Crawford), Rapunzel (Mackenzie Mauzy), Jack (Daniel Huttlestone), un par de príncipes (Billy Magnussen, Chris Pine) que son, como corresponde en los príncipes, más bien tontos, y una vengativa gigante, entran y salen de escena siguiendo durante un rato carriles tradicionales. A cierta altura, sin embargo, se produce un giro llamativo. Tras el "y vivieron felices" pasan más cosas, no todas felices, y allí el libreto dispara sus mayores dosis de ironía y desencanto.

Habría que conocer el original musical de Broadway para saber cuántos de los problemas que tiene la película vienen de ahí, y cuántos son responsabilidad del director Marshall y su equipo. De lo que no hay duda es de que la película tiene problemas, y el principal de ellos es la inseguridad con respecto a dónde quiere llegar.

El quiebre anecdótico señalado más arriba es el aspecto más visible, pero responde a una cuestión más de fondo. Es como si realmente hubiera dos películas distintas en la pantalla: de a ratos una de Disney, de a ratos un anti-Disney. Es algo así como la cuadratura del círculo.

Por momentos, aunque con un humor más oscuro que el Disney habitual, la película cumple con las fórmulas esperables de la empresa. Cuando se produce el giro asoman, en cambio, chispazos de lo que un cineasta más audaz e imaginativo que Marshall (digamos Tim Burton antes de caer en las garras de Disney en Alicia en el País de las Maravillas) podría haber hecho con el material. Con Johnny Depp y música de Sondheim, Burton supo hacer Sweeney Todd. En el bosque palidece notoriamente en la comparación.

No es por cierto el peor musical del planeta (ese dudoso honor le corresponde a Annie), y se las arregla para proporcionar un puñado de melodías agradables, media docena de agudezas de libreto y algunas interpretaciones interesantes. Es un fastidio rever a Johnny Depp (esta vez hace de Johnny Depp haciendo de Johnny Depp haciendo del Lobo Feroz, con un toque de pedofilia cuando contempla a Caperucita), pero están mejor algunas de las jóvenes, en particular Blunt y Kendrick.

¿Y qué se puede decir de Merul Streep? Su candidatura al Oscar, más previsible que la salida del Sol, fue más bien disparatada simplemente porque su bruja es una labor para la cual le alcanza el piloto automático. De todos modos el film explota de ella un talento que se le conocía pero que no suele emplear: es realmente una buena cantante.

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