David Villafranca

El imperio contraataca cumple 40 años consolidada como la cima de Star Wars, algo curioso para una película muy oscura y en la que triunfaba el mal dentro de una saga de ciencia-ficción erigida, principalmente, sobre valores positivos como la esperanza, la rebeldía o la amistad.

Star Wars: Episode V - The Empire Strikes Back, por su nombre completo, cargaba con la pesada piedra de ser la secuela de la que por entonces era la película más taquillera de la historia: La guerra de las galaxias (1977).

Pese a ello, El imperio contraataca también triunfó en taquilla (aunque su presupuesto se disparó durante la producción) y, sobre todo, amplió y refinó el entramado narrativo de Star Wars, ya con George Lucas como productor tras cederle el testigo de la dirección a Irvin Kershner.

Con una atmósfera tenebrosa y un mayor peso dramático, Kershner, apoyado en un sólido guion de Lawrence Kasdan a partir del trabajo previo de Leigh Brackett y George Lucas, salió victorioso de esta encerrona galáctica pese a que, al parecer, en algunos momentos estaba un poco perdido con los efectos especiales.

“Es asombroso”, dijo en el libro Moteros tranquilos y toros salvajes de Peter Biskind. “Yo dirijo a actores, luego mandan el metraje a California y me entero de qué trata la escena”.

La película se estrenó el 21 de mayo de 1980 en Estados Unidos aunque Uruguay no llegó hasta el 8 de enero de 1981; se estrenó en el cine Caliornia en Colonia y Ejido.

Estos son cuatro puntos que explican el legado de El imperio contraataca.

Pese a que “Que la Fuerza te acompañe” también podría opositar con muchos puntos, no hay duda de que “Yo soy tu padre" en la voz de Darth Vader es la frase más recordada de Star Wars y un momento fundamental en la historia del cine.

La confesión ante un Luke Skywalker entre atónito y desesperado no solo fue una gigantesca sorpresa para el público sino que, ante todo, sirvió de culminación al giro de Star Wars en El imperio contrataca: el paso de un tono más aventurero y ligero de space-opera de la primera película al retorcido drama familiar shakesperiano de su secuela.

Obi-Wan Kenobi (Alec Guinness) ya había dado algunas claves en La guerra de las galaxias, pero la presentación del incomparable Yoda permitió que el público pudiera conocer mejor qué había exactamente detrás del etéreo concepto de la Fuerza.

Entre lecciones a Luke Skywalker más o menos sesudas, quedó claro que una de las claves de los jedi para explotar el poder de la Fuerza era dominar sus sentimientos, alcanzar el autocontrol, resistirse al odio y las pasiones, y llegar así a una especie de ataraxia estoica.

El problema para el maestro Yoda es que su alumno no estaba del todo centrado en esas clases y miraba de reojo qué había en el Lado Oscuro.

Por encima de todo, El imperio contraataca representa el punto de mayor poder del Lado Oscuro y solo Star Wars: Episodio III- La Venganza De Los Sith (2005) le puede discutir ese absorbente halo de maldad. En esta continuación nada iba bien para los héroes de Star Wars: Luke Skywalker descubría que su mayor enemigo era su padre, Han Solo acababa la película congelado tras ser traicionado por Lando Calrissian, el Emperador y Darth Vader iban un paso por delante de todos, los cazarrecompensas acechaban en cada rincón, la Alianza Rebelde apena sobrevivía al impresionante ataque del Imperio en las tierras heladas de Hoth...

Se dice que la esperanza es lo último que se pierde, algo muy válido para una saga de aliento optimista como Star Wars, pero El imperio contraataca dejaba las cosas realmente negras antes de El regreso del Jedi.

Habían compartido un puñado de escenas en La guerra de las galaxias en las que ya saltaron chispas, pero en El imperio contraataca fue cuando Leia y Han Solo resolvieron una tensión sexual que se percibía con nitidez desde cualquier punto de la galaxia. Cada uno jugaba su papel: Han Solo era el fanfarrón y Leia resistía con la cabeza lo que en realidad le reclamaba el corazón.

Entre idas y venidas, al final regalaron una despedida de amor quizá no tan romántica como la de Casablanca pero sin duda sobrada de encanto.

“Te quiero”, dice ella.

“Lo sé”, responde él.
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