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Aunque hace algunos años —en 2013, en realidad— Steven Soderbergh anunció que se retiraba del cine, estaba claro que no iba a poder cumplir con su palabra. Desde entonces ha estrenado siete películas y creado otros tantos proyectos para televisión incluyendo series elogiadas como The Knick y Mosaic.

Entre toda esa producción reciente hay que colocar con cierto destaque a Ni un paso en falso, su nueva película y uno de los números fuertes con los que la plataforma HBO Maxdesembocó en América Latina. Se estrenó ayer.

Soderbergh, que siempre ha estado atento a tendencias cuando no las ha creado él mismo, y siempre se ha adaptado e integrado a los nuevos formatos viene de hacer dos películas para Netflix (High Flying Bird y The Laundromat) y una para HBO (Let Them All Talk).

Ni un paso en falso tiene varias marcas registradas de su cine: es básicamente una película policial con un elenco lleno de estrellas. Acá están algunos habituales cómplices como Benicio del Toro, Don Cheadle y Matt Damon que se suman al tono que siempre roza lo humorístico aunque nunca se va del todo para ese lado.

Son parte de una película coral (también están Jon Hamm, Ray Liotta, Amy Seimetz, Julia Fox, Bill Duke, Kieran Culkin con personajes más o menos desarrollados), otra característica del cine de Soderbergh en la tradición que instauró con su saga de La gran estafa.

Acá están ese tono y ese despliegue aunque las referencias pasan más por el cine negro e incluso burlarse de algunas de sus convenciones.

La trama (a partir de un guion de Ed Solomon que ya trabajó con el director en, por ejemplo, Mosaic) está cerca del embrollo pero eso no influye en el disfrute.

La historia gira alrededor de Curt Goynes (Cheadle) y Ronald Russo (Del Toro) contratados, por una tarifa demasiado generosa como para no desconfiar, para retener a punta de pistola a la familia de Matt Wertz (Harbour) mientra otro cómplice (Kieran Culkin) se lleva al dueño de casa para hacerse con documento de la oficina de su jefe.

Previsiblemente la cosa se complica porque el documento no está, la familia Wetz no es todo lo ideal que parece, el jefe que les encargó el trabajo no está contento y tiene socios complicados incluyendo a un par de mafiosos de varias ciudades y orígenes étnicos y un ejecutivo (Damon) que parece formal pero es el más peligroso de todos. Hay un policía en la vuelta y novias, esposas y exesposas de las que se puede confiar y de las otras. De hecho conviene no confiarse en nadie porque la película está llena de trampas, malas intenciones y toda clase de mentiras.

El lío, contado como una persecución, incluye, además, espionaje industrial y un oligopolio automotriz y transcurre en la Detroit de 1954. A Sodebergh -quien ganó el Oscar a mejor director por Traffic- siempre le gusta incluir comentarios sociales.

Tiene un poco de todo el cine de Soderbergh porque Ni un paso en falso comparte ambientes e intencionescon algunas de su viejas películas (The Limey, Out of Sight) y otras más recientes como Logan Lucky (que no está nada mal y se puede ver en Netflix). Soderbergh es un director maisntream pero que no tiene miedo a mostrar su cinefilia o sus aspiraciones experimentales por lo que cualquier puerta de entrada a su obra tiene interés.

Y acá, además, al igual que sus últimas películas, vuelve a encargarse de la fotografía (otra vez bajo el seudónimo de Peter Andrews) y a filmar con una estética de iphone, lo que a él le queda buenísimo. El recurso le da a la imagen (siempre tomada con un gran angular ) una sensación de extrañeza que ayuda a la historia aunque algunos pueden hallar incómoda. No debería serlo y Soderbergh está hablando de las posibilidades del cine a sobrevivir a cuanta tecnología aparezca como amenazante.

Lo hace con una historia divertida que no hay que tomársela al pie de la letra, ni dejarse enredar por una anécdota que, en determinado momento parece perder el rumbo. Pero es tan lindo de ver: Soderbergh es un gran narrador y esto, aunque en el streaming, es el cine que extrañamos.