CRÍTICA
Crítica de la película argentina dirigida por Néstor Montalbano que se estrenó el jueves en nuestro país
Es difícil hablar de No llores por mí, Inglaterra sin considerar a su director y coguionista, Néstor Montalbano; hombre que cambió la forma de hacer comedia en Argentina junto a Fabio Alberti y Diego Capusotto en Cha Cha Cha y Todo por dos pesos. Mucho de ese humor, irreverente y absurdo de aquella televisión de fines de los años noventa continúa en esta película ambientada en 1806 durante las invasiones inglesas a Buenos Aires.
La historia se centra en ese momento, cuando los británicos, esperando las tropas de Inglaterra, hacen tiempo enseñándole a los criollos el fútbol. Y para entretener a los rebeldes, deciden jugar un partido entre ingleses y argentinos (que inventan el nombre del país, los colores de la camiseta y hasta el himno para la ocasión), generando una infinidad de chistes en el medio.
Si bien la trama es histórica y con una buena recreación de época, los diálogos, insultos al árbitro y comentarios de la tribuna son más de estos tiempos que del 1800, aunque eso también se perdona en pos del humor que, aunque un poco torpe por momentos, es logrado en esta comedia.