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Algunas cosas sobre "Mank", la nueva de David Fincher que estrena Netflix

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Mank

Estreno

Es la historia de la disputa entre Orson Welles y Herman J. Mankiewicz por el libreto de "El ciudadano"; ya se habla de nominaciones al Oscar

Mank
Gary Oldman es "Mank"

La historia del cine clásico está llena de esta clase de disputas y aunque la lista puede ser larga (las hermanas Joan Fontaine y Olivia de Havilland; Joan Crawford y Bette Davis), seguramente el feudo entre Orson Welles y Herman Mankiewicz está entre los más legendarios.

Se pelearon, casi nada, por la autoría de El ciudadano, una de las más grandes películas de la historia del cine. Aún hay gente con tiempo para debatir esa clase de cosas.

Así, esa rivalidad entre un genio (Welles) y un guionista (Mankiewicz) está en el centro de Mank, la nueva película de David Fincher (el de Red Social y Se7en, entre tantas) que se estrena este viernes en Netflix. Será, dicen, una de las grandes contendientes en los próximos premios de la Academia.

Sería una suerte de (indirecta) justicia cinematográfica ya que El ciudadano -una obra maestra que si no la vio, vaya a verla ya- solo se llevó un Oscar, justo para el guion de Mankiewicz y Welles. A Mank, ahora se la menciona para mejor película, mejor director, mejor guion, mejor fotografía, mejor banda de sonido y mejor protagónico para Gary Oldman.

Mank es la primera película de Fincher desde Perdida en 2014. En el medio dirigió capítulos de Mindhunter, la serie que creó para Netflix, la plataforma para la que también produjo House of Cards.

Mankiewicz era una suerte de muchacho prodigio y uno de los guionistas mejor pagos de la década de 1930 en Hollywood. Por esos antecedentes es que Welles -quien por entonces era el artista más importante de Estados Unidos- le encargó el libreto de El ciudadano, la que sería su primera película.

Era, después de todo, el escritor ideal para el trabajo ya que la historia que quería hacer Welles era una biografía no autorizada e implícita de William Randolph Hearst, el magnate de los medios que era uno de los hombres más poderosos de su tiempo. Mankiewicz, siempre dispuesto a la fiesta y un alcohólico empedernido, había sido parte del entorno de Hearst.

Expulsado de ese mundo por borrachín pendenciero y en caída libre en su carrera, Mankiewicz aceptó el encargo como una posibilidad de ajustar cuentas con Hearst y encima redimirse en la industria. Y ahí empezaron nuevos problemas. Por un lado, Hearst se molestó con algunos detalles íntimos que solo podían estar refiriendo a él y Welles (que también era un gran megalómano) dijo en una entrevista que él había escrito El ciudadano, aunque todo indicaba que, en todo caso, era un trabajo compartido.

Después de una serie de disputas, que seguirían por más de una década, Welles accedió a darle crédito a Mankiewicz a pesar de que, según él, solo escribió diálogos en los dos primeros borradores del guion (cuando la película se iba a llamar “America” y Xanadu, el palacio de Kane se llamaba Alhambra). La defensa tenía a su favor el argumento de que Welles siguió haciendo obras maestras y Mankiewiecz jamás llegaría a nada ni siquiera cercano a esto.

A la ceremonia del Oscar no fueron ninguno de los dos. Welles estaba filmando en Rio de Janeiro y a Mankiewicz no le dieron ganas de ir aunque tenía un discurso preparado en el que decía “estoy muy feliz de aceptar este premio en ausencia del señor Welles porque el guión fue escrito en ausencia del señor Welles”. Peleador.

En todo caso, la autoría en el cine es un asunto escurridizo y está claro que, más allá del guion, lo que hace grande a El ciudadano es también la fotografía de Gregg Tolland, la música de Bernard Hermann y, por encima de todo, la capacidad de Welles para utilizar los recursos del cine y darle porte de lenguaje al servicio de la narración.

Basado en un guion escrito por su padre, Jack, Fincher le dedicó a esta historia, una película en blanco y negro y con el talle de una gran producción de Hollywood. No toma, dicen, partido por ninguna de las partes aunque la película se llama como una de aquellos enemigos que terminaron haciendo una obra maestra.

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