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"Soy consciente de que los efectismos funcionan"

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Ricardo Islas

Ricardo Islas, amante del cine de terror —sobre todo de aquel anterior a 1980— empezó a hacer largometrajes en Uruguay en el 1987 y de a poco se fue convirtiendo en un referente del género a nivel local. Hace 15 años emigró a Chicago, donde encontró un lugar para poder seguir haciendo el cine que le apasionaba.

Este mes estrenó su última película, The Sacrifice, que intenta más que solo generar miedo.

—En tu última película, The Sacrifice, no buscás solo asustar sino que hay un trasfondo social y cultural. Hablás de brutalidad policial, inmigración... ¿Es algo que estás buscando en tus películas?

—En realidad es algo que ha empezado con mis películas desde que vine a Estados Unidos, pero no es algo buscado sino que es un reflejo de las aventuras que uno vive como inmigrante, que te cambian la cabeza. El shock cultural lo vivís como persona y eso se traduce a lo que uno escribe y produce.

—¿Te parece que poder hablar de otros temas y no solo querer asustar le da un valor agregado a una película de terror?

—Yo creo que sí, que le da otro valor, pero las personas que son fanáticas del terror —del de los últimos años, un género bastante desmejorado— no lo aprecian, sino que lo ven como algo que le quita atractivo. Antes el terror era un género muy adulto, no porque tuvieran un trasfondo social sino porque se lo tomaban muy en serio. Y luego de 1980 para acá se fue mezclando con humor y el público se aniñó. A una persona adulta y educada le cuesta ver una película de una pandilla de muchachas en bikini y un loco con un cuchillo.

—En The Sacrifice usás muy poca música y efectos de sonido, en comparación con las películas que se hacen ahora, que son más efectistas. ¿Es una decisión artística?

—Bajar efectos de sonido de la red y ponerlas en una película es lo más fácil del mundo. Hay una elección que es contar una historia absolutamente irreal, más grande que la vida, pero contarla desde una perspectiva hiperrealista para ver si de repente así lo creés. Soy consciente de que los efectismos funcionan y cumplen su función. Pero no tienen ningún mérito.

—¿Es difícil conseguir financiación para este tipo de películas?

—Es más difícil de lo que era en Uruguay. En este momento justo nuestro país está atravesando unos mambos medio complicados, pero de todas formas existen subsidios, como en Europa. Claro que es difícil conseguir uno para hacer una película de terror. Todo eso para un productor independiente en Estados Unidos no existe, no hay ni la más mínima posibilidad de acceder. Está muy polarizado entre los estudios y tipos como yo que hacemos películas con 10.000 dólares. Terminé filmando en cooperativa con los actores, que les sirve de currículum.

—¿Qué aceptación tienen tus películas en Estados Unidos y en el exterior?

—Es diferente, en Estados Unidos por esa misma polarización que te decía. Acá o tenés todo el dinero para poder gastar millones de dólares en una campaña publicitaria o sos una gota en el océano. A nivel local en Chicago me hice un nombre que me facilita mucho hacer una película, mucho quieren trabajar conmigo y me basta un post en Facebook. En el extranjero, para mi sorpresa, he tenido gran aceptación, me piden mis películas de festivales para hacer repasos. Curiosamente no tanto por lo que hago aquí sino por lo que hice cuando estaba en Uruguay.

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