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Christopher Plummer, la estrella que siempre estuvo

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Christopher Plummer

Obituario

De "La novicia rebelde" a nuestros días, el canadiense estuvo en un montón de clásicos de varias generaciones; su gran amor fue el teatro donde también tuvo una carrera consagrada

A pesar de haber participado en más de 200 proyectos entre películas y alguna serie y ser una de las figuras más reconocidas del cine, cuando ayer se conoció la noticiade la muerte, a los 91 años, de Christopher Plummer el mundo repitió una frase: “murió el capitán Von Trapp”. Hay carreras que son así.

Y eso que Plummer interpretó a ese patriarca en La novicia rebelde y eso fue en 1965. Pero su imagen pública quedó marcada por esa elegancia distante, férrea y de buen corazón de aquel personaje ya legendario, al que dijo “era imposible de humanizar” y no era un tema de conversación de los que prefiriera hablar. Para un actor de teatro de su fuste, Von Trapp debería haber sido una especie de frivolidad unidimensional.

No es que le hayan faltado papeles destacados (aunque ninguno como ese) en una carrera cinematográfica que empezó en 1953, le dio tres nominaciones al Oscar, de las cuales ganó un premio (por Principiantes de Mike Mills) recién en 2012. Allí interpretaba a un anciano moribundo y se convirtió en el actor más viejo en recibir el premio de la Academia en la categoría de actor de reparto. En 2018, a los 88 años, fue el actor más veterano en recibir una nominación por Todo el dinero del mundo, en la que interpretaba al magnate Jean Paul Getty, un papel al que llegó de impoviso tras el despido de Kevin Spacey y al que preparó en solo dos días. Era un profesional con mucho oficio.

Plummer, quien había nacido en 1929, murió pacíficamente en la mañana de ayer en su casa de Connecticut junto a su esposa Elaine Taylor, según comunicaron sus allegados. Lo sobrevive, además, su hija (de un anterior matrimonio) la también actriz Amanda Plummer, Honey Bunny en Pulp Fiction.

“¿Qué quiere decir retirarse? ¡Qué palabra más fea!”, le dijo a The New York Times en 2011 cuando su carrera empezaba a tener una de sus tantas sobrevidas. “Quiero ser capaz de jugar a todo lo que me sea posible, antes de estirar la pata”. Y vaya si lo hizo.

Aunque de aspecto británico, Plummer nació en Quebec, Canadá y desarrolló su profesión en Nueva York. Sí fue un actor shakesperiano en incontables representaciones teatrales en los que interpretó todos los grandes personajes de ese universo.

Es que aunque el mundo lo conoció en el cine, siempre se consideró un actor de teatro: ganó dos premios Tony y los obituarios destacaron su presencia en puesta icónicas en las dos orillas del Atlántico. Allí, Variety por ejemplo, ha ubicado un Otelo en Broadway a comienzo de la década de 1980 junto con James Earl Jones, un Macbeth con Glenda Jackson y su trabajo junto a Jason Robards en el No Man’s Land de Pinter.

Pero fue, claro, su carrera en el cine lo que lo convertiría en una estrella mundial. Su filmografía es extensísima pero una base sólida para su popularidad la habrían aportado La noche de los generales, El regreso de la pantera rosa, El hombre que sería rey, su Herodes en el Jesús de Nazareth de Zeffirelli y Lobo, solo por nombrar unas pocas. Su Mike Wallace en El informante de Michael Mann le dio un cambio en su carrera y le aportó papeles más recientes como los de 12 Monos, Una mente brillante, El plan perfecto y La chica del dragón tatuado. En 2010, fue Leon Tolstoi en El último encuentro, que le dio su otra nominación al Oscar

Su última película estrenada en Uruguay fue Entre navajas y secretos, en la que interpretaba al patriarca de una familia, un rol que repetiría en la última etapa de su carrera.

En una referencia para públicos más contemporáneos fue la voz de Charlez Muntz, el anciano protagonista de Up. Y audiencias más rioplatenses quizás recuerden que fue el coprotagonista de la olvidable versión hollywoodense de Elsa y Fred, ocupando el puesto que en la versión argentina era de Manuel Alexandre; de China Zorrilla hacía Shirley McLaine.

Aunque no tuvo grandes protagónicos construyó su prestigio a base de hacerse notar. No es un actor que ha estado al servicio de grandes directores (Lumet, Huston, quizás) y en sus comienzos odió el papel de La novicia rebelde y sus primeras películas. A la década de 1980, la supo llamar la de “las películas por plata”, con las que financiaba su amor por el teatro. Algunas de ellas no dan para sentirse orgulloso.

Después de lidiar con alcoholismo y el fracaso de dos matrimonios, recién a mediados de la década de 1970 su carrera tomaría el impulso que lo mantuvo como una estrella hasta el último de sus días. Ya septuagenario, a comienzos de siglo, se convirtió en uno de los actores con más trabajo: en la última década figura en el elenco de más de una veintena de películas.

“He hecho cosas de las que me he sentido orgulloso”, le dijo a The Guardian en 2018. “He logrado terminar el ciclo de los papeles grandes y clásicos. Los he hecho a todos, algunos más de una vez. Eso está fuera de mi alcance ahora, pero me gustaría ver a actrices haciéndolos. Pero los papeles que estoy recibiendo para el cine ahora son maravillosas, las últimas 10 propuestas han sido todas fascinantes”.

Eso lo convirtió en un caso peculiar: el octogenario más ocupado en la historia del cine. Es que, desde Von Trapp, para acá, Plummer siempre fue una presencia y ese actor que siempre está ahí en tantas películas para tantas generaciones.

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