CRÍTICA

Es lícito, y más sabiendo el fracaso de taquilla y de crítica con la que ha sido saludada en todo el mundo, preguntarse por la necesidad de hacer una versión cinematográfica de Cats, 30 años después del punto alto de su trascendencia cultural.

Está claro que es uno de los espectáculos de Broadway más exitoso de todos los tiempos y un emblema del teatro musical mundial. También es evidente que las canciones de Andrew Lloyd Weber son inmortales y en algunos casos imaginativas, y que los gatos se han convertido en estrellas virales. ¿Pero estos gatos?

Dirigida con su habitual falta de sazón por Tom Hooper —quien ya había perpetrado algo similar con Los Miserables y ganó un Oscar por El discurso del rey—, Cats hace poco por actualizar una obra que se estrenó en 1988. A su simpleza histórica le suma que ahora se ha vuelto un poco anacrónica.

La historia sigue siendo mínima: una noche en la vida de unos gatos callejeros, en la que se suceden una serie de números musicales, mientras se elige quién va a ir al cielo de los gatos y tener una nueva oportunidad en la Tierra. El reparto incluye nombres prestigiosos como Jennifer Hudson o Judi Dench, y celebridades contemporáneas como Jason Derulo, Taylor Swift y James Corden, que bailan y cantan entre efectos generados por computadora. No siempre se ven bien, y hay un problema flagrante con las proporciones.

Los números son puro montaje, lo que en un musical, si no se usa con imaginación, puede ser un incordio: nunca se ve el panorama completo ni las habilidades de los artistas. Todo es muy colorido y artificial porque ese ha sido siempre el universo de Cats.

La película da en el blanco de lo previsto: la interpretación que hace Hudson de "Memories", el clásico de la obra, es, precisamente, memorable, como son divertidos otros momentos, principalmente por el carisma de los actores, que saben sacar material de algo tan pueril como esta historia.