Mañana se estrena en Uruguay La Verdad Oculta.

Aprincipios de la década del 2000 el doctor Bennet Omalu (Will Smith) descubre que jugar al fútbol americano es extremadamente peligroso debido a los rutinarios golpes en la cabeza que sufren los deportistas. Omalu, un inmigrante nigeriano en Estados Unidos con un extenso curriculum, obviamente quiere que se sepa la verdad, pero sus implicancias van mucho más allá del tema médico. Que uno de los deportes emblema del país resulte en la destrucción de los mismos ídolos que crea podría tener consecuencias enormes. Ese es el centro de La verdad oculta, la película dirigida por Peter Landesman, que no le consiguió una nominación a Will Smith y que mañana se estrena en Uruguay.

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El descubrimiento de Omalu se da casi de casualidad. En uno de sus turnos como médico forense en Pittsburgh, llega a la morgue Mike Webster (interpretado de forma excepcional por David Morse), una exestrella de la liga de NFL (National Football League), que aparentemente murió a causa de una falla cardíaca. Pero en realidad se trató de un suicidio —revelado previamente en la película— producto de una especie de demencia. Ese es el "paciente cero" que permite diagnosticar una condición, la encefalopatía traumática crónica (ETC).

Claro que la NFL no se lo toma para nada bien y sucede algo así como lo que pasó cuando se confirmó que el cigarrillo es nocivo para la salud: las tabacaleras se negaban a aceptarlo. La lucha del doctor (aliado con otros dos interpretados por Alec Baldwin y Albert Brooks) se termina convirtiendo en un duelo de David contra Goliat.

El film es convincente y efectivo al principio y se va diluyendo hacia el final, en el que el doctor es despreciado y acusado de querer quitarle la masculinidad al deporte. Por otra parte se implica que tuvo problemas con el FBI y su esposa fue perseguida, aunque es una mera sugerencia. Las consecuencias de sus descubrimientos no son claras. Aunque si se investiga un poco más sobre esta historia real se puede ver que los años que le siguieron a la publicación de su trabajo científico fueron durísimos para él y su familia.

Cuando se anunciaron las nominaciones a los premios Oscar, sorprendió la total ausencia de La verdad oculta que, por lo menos, podría haber entrado en alguna de las ternas actorales: Will Smith cumple muy bien con su rol y logra un convincente acento africano y David Morse interpreta de forma excelente al aquejado jugador de fútbol americano.

La verdad oculta es apasionante por momentos —exitosa a la hora de hacer el trabajo científico emocionante— y demasiado santurrona en otros. Omalu es tan correcto que se torna predecible y desesperante, sobre todo en los diálogos con su esposa. Pero las excelentes actuaciones hacen que una película que tiene todo para ser decente, se convierta en una buena.

¿Qué pasaría si en Uruguay dijeran que jugar al fútbol puede resultar en una muerte prematura? Es difícil de imaginar, pero para la sociedad sería devastador a nivel emocional y económico. Algo así sucede en La verdad oculta, pero con el fútbol americano, cuando un doctor descubre que las contusiones que sufren los jugadores a diario tienen consecuencias a largo plazo.

"Encontré una enfermedad que nunca nadie había visto antes… golpes constantes en la cabeza asfixian al cerebro", dice el personaje de Will Smith en la película. "El futbol es maravilloso. Esta película no es contra el fútbol sino sobre contar la verdad", explicó Smith en una entrevista, en la que reconoció que esta temporada no ha visto ningún partido porque no puede "evitar" fijarse en los golpes. Smith dijo haber recibido "más llamadas de las que hubiera imaginado" de jugadores y familias que le dan las gracias por hacer la película.

Una vez que se puso a investigar el tema, por el contrario, Omalu fue insultado, discriminado y amenazado.

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