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Un buen cine uruguayo que encuentra su público

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"Mi amiga del parque", un film premiado, bien escrito, dirigida y actuada. Foto: Difusión

Hubo coproducciones, debuts auspiciosos y valiosos regresos.

Fue un año raro para el cine nacional, que venía de un 2015 convulsionado, en el que los cineastas unieron fuerzas para reclamar a los legisladores un aumento del fondo que recibe el Instituto del Cine y del Audiovisual (ICAU) desde la aprobación de la Ley de Cine en 2008.

Ya habían advertido que como consecuencia del debilitamiento del sector el número de ficciones rodadas fue ínfimo, lo que hizo del 2016 una especie de resabio de estrenos de películas filmadas en "tiempos mejores".

Hoy, los alumnos que egresan de facultades públicas y privadas y las cuatro generaciones de cineastas que conviven pelean por muy pocos apoyos en los concursos. Frente a esta situación, el ICAU y varias productoras especializadas apostaron por la coproducción minoritaria, es decir, esos proyectos en que el aporte uruguayo representa menos del 30% del total de la realización. De los 18 estrenos hay siete títulos con este perfil: La floresta que se mueve (Brasil, Vinícius Coimbra), Parabellum (Argentina, Lukas Valenta Rinner), Prueba de coraje (Brasil, Roberto Gervitz), Era el cielo (Brasil, Marco Dutra), Mi amiga del parque (Argentina, Ana Katz), Boi Neon (Brasil, Gabriel Mascaro), Migas de pan (España, Manane Rodríguez),

Este tipo de negocio se vio favorecido por la internacionalización de algunos técnicos y actores locales. Por buen ejemplo es la vistosa Era el cielo —mucho más sugerente que sólida—, escrita y dirigida por brasileños, rodada por Oriental Films en Montevideo, con Mirella Pascual, Álvaro Armand Ugón y Roberto Suárez como parte del elenco nacional y Pedro Luque en dirección de fotografía, protagonizada por Leonardo Sbaraglia y la estrella de Globo Carolina Dickmann.

Más uruguaya se siente Mi amiga del parque, el título más sobresaliente de los estrenos. Coproducida por Mutante Cine, el principal aporte nacional de la cinta es la excelente participación en guión de Inés Bortagaray junto a Katz, por cuyo trabajo fueron premiadas en el Festival de Cine de Sundance.

Migas de pan, uno de los títulos más vistos del cine local con casi 10.000 espectadores, tiene directora (Manane Rodríguez), algunos técnicos y la mitad de las locaciones nacionales, pero fue realizada junto a España, de donde vino el dinero para producirla.

Por otro lado está El candidato, que con gran guión y dirección de Daniel Hendler se apoyó en un equipo técnico y actoral de ambas orillas. Ana Katz predomina como una actriz capaz de redimensionar las escenas en las que aparece.

Entre las ficciones hubo tres óperas prima. Destaca especialmente Clever de Federico Borgia y Guillermo Madeiro, el film más internacional (25 festivales) y premiado (13 fuera del país y siete otorgados por los críticos locales). Un film que sorprende en todos sus aspectos formales, con una historia original, bien planteada y actuada por Hugo Piccinini (que se confirma como uno de los nuevos actores del cine local) y la sorpresa de Antonio Osta.

Verónica Perrotta, que ya había guionado la excelente Flacas vacas (2012), escribió, dirigió y actuó junto a Gonzalo Delgado, hasta entonces conocido por su trabajo como director de arte. Las toninas van al este es una divertida y emotiva comedia que también consiguió premios en Brasil.

La revelación fue Los modernos. Construida en varios rubros por Mauro Sarser y Marcela Matta, esta comedia de enredos sexuales, rodada de espaldas a los Fondos de fomento, consiguió un récord de permanencia en salas (11 semanas) y más de 15.000 espectadores. Fue la más vista. Tendió un valioso puente anímico con el público, que después de todo no parece estar tan reacio a dejarse cautivar por nuestras historias.

Un año de grandes films documentales.

Hubo siete estrenos. El más visto fue Márama-Rombai: El viaje (Federico Lemos) con más de 12.000 espectadores. Mario Handler volvió con Columnas quebradas, potente film donde se reencuentra con los protagonistas habituales de su cine: los obreros. Mariana Viñoles presentó El mundo de Carolina, bello relato desprovisto de artificios en el que se luce su único personaje. Carolina Campo exhibió El hombre congelado, un ejercicio de observación. Todos somos hijos (Esteban Barja y Carlos Conti) acompañó el camino de un hijo de desaparecidos. La revelación fue Emiliano Mazza, al frente de los excelentes Nueva Venecia y Multitudes (de realización colectiva).

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"Mi amiga del parque", un film premiado, bien escrito, dirigida y actuada. Foto: Difusión

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