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Agnes Varda, de la foto fija al cine de autor

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Agnes Varda

El Centro Pompidou de París ofrece actualmente un enfoque inédito del arte de la cineatasta y fotógrafa e intelectual francesa Agnes Varda, poniendo al alcanza del público una selección de las miles de fotografías que tomó sobre la revolución cubana en 1962, para hacer con ellas su film "Salut les Cubains", estrenado en 1964.

Varda dedicó gran parte de su energía al cine, aunque en la década de los años 50 había sido fotógrafa profesional e incluso fotógrafa titular del Festival de Aviñón cuando lo dirigía el igualmente mítico Jean Vilar.

Varda es coetánea pero no exactamente integrante de la Nouvelle Vague, o por lo menos de su sector mayoritario surgido de la revista Cahiers du Cinéma.Conviene recordar que nació con el nombre de Arlette Varda en Bruselas el 30 de mayo de 1928, hija de padre griego y madre francesa, pero vive y ha trabajado mayoritariamente en París, donde obtuvo una primera fama como cortometrajista y saltó al largo a comienzos de los años sesenta, lo que la convierte en coetánea pero no exactamente integrante de la Nouvelle Vague, o por lo menos de su sector mayoritario surgido de la revista Cahiers du Cinéma (Godard, Chabrol, Truffaut, Rohmer, Kast, Doniol-Valcroze).

Con su esposo Jacques Demy, Alain Resnais u alguno más, Varda perteneció más bien a lo que se denominaba en broma “el club de los admiradores de los gatos”, mantenían posiciones de izquierda, exhibían un mayor compromiso social y político, provenían en general del documental y no de la crítica, y eran defendidos por la revista Positif más que por Cahiers.

Varda estudió Historia del Arte antes de conseguir un trabajo como fotógrafa oficial del Theatre National Populaire (TNP) de París. Pero le interesaba más el cine. Su primer contacto con él fue casi casual: dedicó unos días a filmar la pequeña ciudad pesquera francesa de Séte en el barrio La Pointe Courte, para un amigo con una enfermedad terminal que no podría visitarla él mismo. De ese material surgió un primer corto (La Pointe Courte, precisamente) al que siguieron otros.

Desde su debut en el largo con Cleo de 5 a 7 (1961) y las provocaciones de su siguiente película, La felicidad (Le bonheur, 1965), que generó en su momento un pequeño escándalo con su defensa de un amor libre y plural, Varda ha sostenido una postura personal y provocativa.

En 1985, su película Sin techo ni ley (Sans toit ni loi) obtuvo el León de Oro del Festival de Cine de Venecia. Tanto en su ficción como en sus documentales (género al que ha vuelto preferentemente en los últimos años, incluyendo Jacquot de Nantes, homenaje a su fallecido esposo Demy), Varda ha insistido en un perfil realista y social. Las playas de Agnés, un documental que recorre ocho décadas de su vida, es al mismo tiempo una autobiografía fílmica y un testamento.

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