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Best Seller que salió del diván

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"La psicología ha avanzado hacia lugares dónde antes permanecía escondida". Foto: F. Ponzetto
Nota a Gabriel Rolon, psicologo y escritor argentino, de visita en El Pais, Mvdeo., ND 20151204, foto Fernando Ponzetto
Archivo El Pais

El psicólogo argentino tiene un nuevo libro.

El deseo ha llevado a Gabriel Rolón a vivir varias vidas en una. Músico, psicólogo, conductor de radio y televisión, escritor, actor, Rolón parece ser una excepción de "el que mucho abarca poco aprieta", ya que, según dice, todo lo hace con "una entrega potente". Descubrió su vocación de psicólogo a los 27 años, mientras trabajaba con alumnos de liceo y empezó su carrera en los medios con Alejandro Dolina, en el programa de radio La Venganza será terrible, que le abrió las puertas a la popularidad.

En 2007 publicó Historias de Diván, donde en formato cuento, narraba la historia y tratamiento de ocho de sus pacientes. Algunos acomplejados por situaciones mundanas como un divorcio o una infidelidad, y otros con un bagaje bastante más oscuro. El libro vendió más de 170.000 ejemplares y fue adaptado al teatro y a la televisión en Historias de Diván, la miniserie que fue filmada en Uruguay y coproducida por Canal 10. En los últimos años, Rolón ha participado de charlas, obras de teatro y programas de radio y televisión, que lo convirtieron en el psicólogo de perfil más alto de Argentina, no sin algunos cuestionamientos. Además de Historias de Diván, su bibliografía incluye otros dos libros de relatos, un thriller, un ensayo sobre el amor y un relato musical.

Esta semana Rolón estuvo en Montevideo para promocionar su último libro, Cara a Cara (editorial Planeta, 490 pesos), que fue presentado ante 6.000 personas en el Luna Park. Se trata de un "ensayo conversado", donde el autor habla sobre su propia vida y distintas emociones desde el punto de vista del psicoanálisis. Admirador de Enrique Estrázulas, Eduardo Galeano, Jaime Roos y Agarrate Catalina, recuerda que si bien recién vino a Uruguay de adulto, lo hizo acompañando a Dolina, lo que le aseguró un cariño inmediato de los uruguayos, un vínculo que mantiene hasta hoy.

—¿Cómo definirías a tu nuevo libro?

Como un ensayo conversado. Es casi un formato nuevo, totalmente diferente a lo que ya escribí. Ya había escrito un ensayo sobre el amor en Encuentros y tenía ganas de escribir un ensayo más general, tratando otro tipo de temas que son de mi interés, que tienen que ver con la libertad, el deseo, el olvido, el recuerdo. Un montón de temas que como analista he intentado descifrar. Siempre he tomado historias de mis pacientes y esta vez he decidido hablar sobre cómo me ha llevado a mí la vida, sin perder el espíritu que tienen mis obras que antes que nada es el de la difusión del psicoanálisis.

—¿Por qué está dividido con la estructura de una ópera?

—Porque antes que nada me defino como músico, y me pareció que al libro le podía dar una estructura conceptualmente similar a la de algunas obras musicales. Tiene una obertura, que es casi como una autobiografía, y a partir de ahí empieza con momentos más lentos, más adagios, después sigue con momentos más acelerados. Entonces me gustó esta idea de pensar la temática con climas que tengan que ver más con la música.

—¿Por qué no seguir con historias de pacientes?

—No creo que vuelva a escribir historias de casos, al menos el hombre que soy hoy no quiere más. Ahora estoy escribiendo una segunda novela, y después de eso veré. Los Padecientes, mi primera novela, tuvo una repercusión interesante, incluso en Europa, y varias editoriales firmaron para una saga con el mismo protagonista, así que tengo un contrato firmado por allá que en este momento estoy dispuesto a cumplir. La ficción siempre te da otro oxígeno, es más compleja, más difícil. La novela no se deja apurar.

—¿Por dónde analizas el éxito de las historias de terapia?

—Hoy en día es más fácil agarrar el control y ponerse a hacer zapping que leer, entonces el lector de por sí es alguien entusiasmado, que busca algo, y para aquellos que buscan y se preguntan, la psicología y el psicoanálisis son atractivos. Yo intento poner un sello personal a lo que hago, trato de alejarme de la escritura de la autoayuda, y planteo un psicoanálisis lejos del "túpuedes", porque todo no se puede. Trato de aportar lo mío a aquellos que quieren pensar desde el psicoanálisis. Me parece que este es atractivo para todo aquel que se pregunte sobre sus emociones y las relaciones humanas, y el lector es alguien que está en una perpetua búsqueda. Si no no leería, se limitaría a hacer zapping.

—¿Te molesta la comparación con los libros de autoayuda?

—La comparación es inevitable. En algunas librerías mis libros están en la sección de psicoanálisis, en otras en la de autoayuda, es como que son difíciles de ubicar. Por un lado si bien son libros de psicoanálisis, los libros de psicoanálisis no suelen ser bestseller, y por otro, la gente que lee autoayuda también me lee, entonces es complejo. No me ofende la comparación, hay muy buenos autores de autoayuda y respeto a los lectores de ese género, pero no es lo que yo hago. Tenemos temas en común que son las relaciones humanas y las emociones, nada más que yo no doy recetas, solo planteo conflictos y maneras de pensar.

—Y en todos está presente esa dicotomía entre libertad y determinismo.

—En este libro tomo una frase de Sartre que creo que es maravillosa: "somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros". Esa frase habla de un cierto determinismo, es como que yo te diera a vos un mármol, pero te dejo la libertad para que hagas con él lo que quieras. Yo no creo en un determinismo en el que todo está escrito, sino por el contrario, creo que tenemos la posibilidad de pelear en dirección a nuestro deseo para vencer nuestro destino. Pero no lo hacemos sobre cualquier cosa, sino sobre una historia. Tenemos elementos que sí están determinados y la libertad que tenemos es acotada. Tampoco creo en el libre albedrío total.

—Directa o indirectamente, hay cada vez más psicoanálisis en la ficción.

—La psicología ha avanzado a lugares donde antes permanecía escondida. Antes ir al psicólogo era estar loco, ahora la gente está entendiendo que ir al psicólogo para conversar, tener un espacio de reflexión o transitar un momento de dolor es algo que hacemos casi todos, entonces la ficción imita la realidad y la realidad imita la ficción, y entonces ese personaje del psicólogo encuentra un atractivo. La psicóloga a la que Tony Soprano no le puede decir las cosas para que no lo denuncie pero igual se las dice, y esa cosa erótica que se juega en el medio genera un personaje muy rico. El problema es que, a veces, en la ficción, como lo que buscan es un personaje atractivo, al analista lo ponen en situaciones que entran en conflicto con la ética profesional. Estoy pensando también en In Treatment, donde el analista tiene una relación pasional con su paciente.

—Mencionás que Argentina es el país con más psicoanalistas per cápita, ¿por qué te parece que se da esto?

—Ustedes no están tan lejos tampoco (se ríe). Tanto ustedes como nosotros somos países hechos de ausencias, con gente que ha escapado de las guerras, del hambre, de la tortura, gente que ha dejado su casa y su idioma, y cuando un país se forma con gente que sabe lo que es la pérdida y la ausencia, ¿cómo no va a haber una sensibilidad para los temas del psicoanálisis? Pienso en Nueva York, otra de las capitales del psicoanálisis. Son ciudades donde la gente se establece con un espíritu de que hay alguna pérdida que resolver. Ahí el psicoanálisis encuentra un campo fértil.

—¿Seguís atendiendo pacientes?

—Sí, hay dos días por semana que los dedico exclusivamente al consultorio. Ahí no atiendo el teléfono ni doy notas, me dedico nada más que a atender. Cuando empecé fue más difícil, pero ahora los pacientes ya saben quién soy, y saben que de repente pueden prender la televisión y encontrarse con su analista. Y por lo general lo llevan bien.

Un éxito que se trasladó al teatro y a la televisión.

—Historias de Diván es un antes y un después en tu carrera?

—Sí claro. Fue un fenómeno increíble, que me permitió hacer pie en el mercado editorial y me dio otra libertad. Me permitió llegar al público, a los lectores, e incluso a mis colegas, que eran muy críticos de encarar el psicoanálisis de un modo distinto. A partir del libro se allanaron muchas diferencias que había entre la academia y yo.

—¿Cómo te cayó la adaptación para la televisión?

—Me gustó mucho. Jorge Marrale estuvo increíble, la dirección de Juan José Jusid también, y la producción también hizo lo suyo. La hicimos acá en Uruguay, y Canal 10 aportó todo lo que tenía y podía. Los actores uruguayos me asombraron para bien. Como siempre cuando a tu obra la ponés en mano de otros hay cosas que te las imaginás distintas; pero bueno, para eso hay directores y actores. En ese agregar hay cosas de tu imaginación que se pierden, pero muchas se ganan.

—Y también la llevaron al teatro.

—Sí. Mi hija Malena hace de Majo, una de las pacientes, y yo hago del licenciado Rolón. Ahora paramos para descansar, pero ya estamos armando la gira para el 2016. Me encantaría poder traer la adaptación a Montevideo. A los uruguayos el libro les ha gustado mucho.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
"La psicología ha avanzado hacia lugares dónde antes permanecía escondida". Foto: F. Ponzetto

Gabriel RolónFRANCISCO MARQUES

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