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"Lo único que quiero es sacar fotos"

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Entrevista a David Lachapelle

Figura global del arte, dice que se completa la imagen si alguien se conecta con ella al mirarla.

No lo puedo creer: estoy tomando mate con David LaChapelle. En un coqueto hotel de la Plaza Zabala (el Alma Histórica), este fotógrafo estadounidense de 53 años está lidiando con las primeras cebaduras de una nueva pasión. Atiende, concentrado, los consejos de un uruguayo que no será matero, pero, bueno, es uruguayo. No le deja un pozo y entonces todo se vuelve un lodazal de yerba y agua. "Me encanta", dice mientras entre su falta de práctica y mi torpeza, cae yerba en un piso impecable.

LaChapelle está en Montevideo bastante después de lo prometido. Iba a venir para la inauguración de Diálogos imaginarios, las cuatro muestras simultáneas (en la Fundación Unión, responsable de su venida y donde estuvo hasta esta semana), Agadu, el Centro de Fotografía y el Espacio de Arte Contemporáneo, que mostraron su arte colorido, descriptivo y con caras famosas a la cartelera montevideana.

LaChapelle es alto, tirando a tímido (en un momento dice una mala palabra y se disculpa como un niño) y no se parece en nada a la idea que uno tiene de un artista que ha conseguido las mejores fotografías de estrellas y celebridades, que fue empleado de Andy Warhol, amigo de Michael Jackson y Elton John, director de cine y de videos musicales (para tantos: Bruce Springsteen, Mariah Carey, Christina Aguilera, Britney Spears, Florence and the Machine, Moby), uno de los artistas visuales más innovadores y relevantes del arte contemporáneo y él mismo toda una celebridad. Ahora se ha retirado de la fotografía comercial para concentrarse en su faceta artística desde Hawaii.

Montevideo le encantó, dice, porque le recuerda a la Nueva York de la década de 1980, ese aire casi a contrapelo de las ciudades turísticas del mundo. Y así, tomando mate, charló con El País.

Fernán Cisnero

—Este año hubo cuatro exposiciones simultáneas con su obra en Montevideo. ¿Cuando se percató de que era tan global?

—Nunca pensé en eso. Pero sí, quizás sea verdad porque ha habido exhibiciones mías alrededor del mundo. No sé. Lo único que quiero es sacar fotos pero me hace feliz estar en Uruguay o en cualquier país y llegar a la gente a través del arte. Es el mejor sentimiento del mundo y que la gente vea lo que uno hace es parte del proceso creativo. Es como limitarse a cantar en la ducha: si sos un cantante y tenés buena voz, tenés que compartirlo. Las fotos están completas cuando alguien las mira y se conecta con ellas.

—¿Cómo recuerda sus primeros tiempos en Nueva York?

—Siempre pienso en mi pasado y soy muy agradecido por haber superado todos los obstáculos y sentirme bendecido. Empecé en la fotografía a los 17 años pero nunca soñé con que iba a pasar algo así de grande. De hecho, nunca pensé que iba a vivir más allá de los 24 porque mi primer novio murió a esa edad cuando yo tenía 21. Así que pensé que eso me iba a pasar a mí ya que después de todo eran los 80, yo era un niño y era antes del sexo seguro. Eso me quedó en la cabeza y viví aterrorizado. Así que frente a ese panorama me dije: voy a sacar fotos, no como un legado artístico, sino para darle algo al mundo. Y por entonces, todo lo que pensaba era qué pasaba después de la muerte como espíritu y me enfoqué en eso. Nunca soñé más allá de eso. Eventualmente, 15 años después me atreví a hacerme el examen y me dio negativo.

—Fueron tiempos raros entonces...

—Fueron los mejores y los peores tiempos. El East Village y Nueva York eran increíbles pero era muy joven para darme cuenta que eso no iba a ser para siempre. Pero, a su vez, cuando surgió el SIDA, cambió todo.

—¿Y qué cree que hizo que consiguiera ser una figura global del arte?

—Solo soñaba con ganarme la vida con la fotografía, así que hice todo lo que había que hacer para conseguirlo. Era muy disciplinado y dedicado a mi trabajo. Trabajaba mucho y siempre siguiendo mi intuición y mi inspiración en mis decisiones. No pienso en el estilo sino en lo que quiero decir; el estilo se desarrolla solo. Al principio no había lugar para mi en las galerías y así empecé a trabajar para revistas, durante 20 años. Siempre vi esa etapa como mi universidad.

—¿Cuándo pasó eso de que las galerías o el establishment empezaran a atender lo que hacía en las revistas?

—No tengo idea porque yo estaba trabajando mucho, sacando fotos todo el tiempo, sin descanso. Financiando mi película Rize, haciendo videos, creando shows para Elton John. Esa libertad me la dio el trabajar para publicidad y revistas. La única cosa que el dinero puede comprar es crear sin restricciones. A mi la fotografía comercial me dio la libertad de no pensar en el mercado. Pero me gustan las dos facetas. No quiero estar en el mundo de la moda o en el mundo del arte: quiero estar en el mundo. A mi nunca me motivó el dinero y quedé shoqueado cuando empezó a llegar.

—Usted trabajó y se vinculó con gente como Keith Haring y Andy Warhol. ¿Pero cuál es su generación artística? Pienso en Basquiat...

—Haring y Basquiat eran cinco años mayores que yo y cuando tenés 17 años, esa diferencia se hace sentir. Pero, claro, me apoyé mucho en ellos y claro que me vinculé con ellos. Yo estaba en un grupo diferente aunque nos veíamos. Trabajar con Andy, además, fue increíble. Estar en ese ambiente, trabajar en su revista, Interview, fue mágico. Y ese fue el camino que seguí.

—Perdón por una pregunta tan provinciana, pero ¿cómo era Warhol?

—Muy amable y generoso. Sólo tengo los mejores recuerdos de él. Siempre fue muy respetuoso. Era muy gracioso, además.

—¿Lo considera una influencia?

—Vivimos vidas diferentes. Yo ahora vivo en Hawaii, en la jungla y prefiero estar de mi lado de la cámara. El gran artista de la primera mitad del siglo XX es Picasso y Andy es el de la segunda mitad. Fue una bendición conocerlo pero personalmente éramos muy distintos.

—En un documental, no hace tanto, usted recorría su estudio en Los Angeles y mostraba cómo tenía lugares destinados a los sets de sus fotografías y pensé en que parecían escenarios para películas de cine mudo. Y una colega me agregó que parecían aquellas puestas de las películas pioneras de Georges Melies. ¿Hay algo de eso o estábamos delirando?

—Uy, ¡qué gracioso! Está muy bueno. ¡Qué gracioso que hayan visto eso! Es interesante. Nunca lo pensé como sets de películas mudas porque la única manera que tengo de trabajar es tener los sets y los accesorios a mano. Pero como ahora estoy en Hawaii, mis próximos trabajos que van a salir el año que viene en un libro para Taschen, Lost and found. Son libros de Maui y la selva, el paraíso. Me llevó un par de años viviendo en Hawaii darme cuenta que estaba volviendo a lo analógico, a pintar los negativos que es como cerrar el círculo desde mis comienzos, cuando trabajaba para galerías. Y creo que este libro va a ser el último de esta clase. No sé qué van a traer los próximos años pero no creo que sean así.

—Vive en Hawaii. ¿Por qué se fue tan lejos?

—No pensaba que se me iba a dar el regalo de 10 años extras sacando fotos pero no quería seguir en la moda o en las revistas. Me encanta y quizás lo vuelva a hacer, pero no quiero tener reglas. A los seis meses de vivir en la isla ya me había convertido en un granjero (se ríe), y me llamó mi agente diciéndome: "estás loco, todo lo que tenés, el contrato con Vanity Fair, con Vogue italiana, con Rolling Stone, estás haciendo un montón de plata, cómo te vas a ir". Pero bueno, eso no es lo que quiero. Y como artista, uno necesita estar aislado para escuchar su voz interior.

—El ambiente influye mucho en su obra. Pienso en sus trabajos primeros en Nueva York, luego su etapa de Los Angeles y ahora lo que cuenta sobre vivir en Hawaii.

—Absolutamente. La jungla es la que me inspira ahora. Y todo pasó rapídisimo. Por muchos años visité Maui hasta que conseguí vivir ahí. De chico siempre tuve esa idea de una cabaña en el medio del bosque, que se acerca a mi idea de Dios, de algo más grande que uno. Adoro la naturaleza, nadar, los árboles. Así que cuando estuve ahí pensé que iba a dejar la fotografía pero me llamaron por teléfono para ver si quería volver a la galería. Les dije que no hacía más moda o celebridades pero estaban interesados en lo que yo estuviera haciendo. El mundo había cambiado y no me había dado cuenta.

—¿Cómo le fue con Uruguay, además del mate?

—Todos han sido tan agradables acá que solo estuve un día y ya me enamoré. Anoche fuimos a un restaurant, Vegan Wraps (soy vegano pero tampoco hago drama con esas cosas), que me hizo acordar tanto a la Nueva York de mi juventud. Y después fuimos a bailar a un club pequeño, Il Tempo. Habría unas 20 personas y llegamos de casualidad, porque el chofer paró y estaba sonando Michael Jackson, así que le dije a todos: "nos bajamos, Michael está acá".

—¿Cómo lo recuerda a Michael Jackson?

—Pienso en él todo el tiempo. Y siempre está acá (muestra un colgante que usa con la figura de Jackson). Para mi, son Miguel Angel y Michael Jackson, dos grandes artistas que amo y siempre me ayudaron. Mi primer amor fueron los artistas renacentistas y los amores verdaderos duran para siempre. Y siempre me sentí tan atraído por Miguel Angel. Aún tenemos esa idea de Dios como un hombre viejo, y eso es por Miguel Angel, pero si lo ves en la Capilla Sixtina, ves que tiene la cara de un anciano pero el cuerpo de un joven, una combinación de sabiduría y fuerza.

—Y puso a Michael Jackson en esa misma categoría.

—Sí, porque Miguel Angel fue un artista pop que está en todos lados (tazas, remeras) y alcanzó la cultura popular y todos lo reconocemos y a todos nos conmueve. Lo mismo con Michael Jackson, todo el mundo lo reconoce y todos nos sentimos tocados por él.

—Pero eso puede ser una carga.

—Sus hijos le dieron mucha alegría y paz en sus últimos años pero el mundo fue muy cruel con él. Todo el juicio en su contra fue tan ridículo y basta mirar las actas para ver que fue una vergüenza. El estado de California gastó 80 millones de dólares para poderlo procesar: es el juicio más caro de la historia de Estados Unidos contra un individuo.

—¿Y por qué eso?

—Porque Michael era un profeta, Michael era un maestro, Michael hablaba del amor. Era pura ambición de parte de quienes lo acusaban. Lo intentaban extorsionar y le destruyeron la vida. Aquel dentista de Hollywood le dijo que no lo acusaba si hacía una película con él. Una verdadera vergüenza. Ese niño tenía cáncer, se estaba muriendo y los doctores dijeron que su amistad con Michael le dio esperanzas y se recuperó totalmente.

—Usted ha retratado la cultura del entretenimiento pero a su vez es muy crítico con ella.

—La cultura popular y la brutalidad de lo que consideramos entretenimiento no es muy diferente a los videos que Isis está haciendo. Un amigo me llamó llorando que se había cruzado con un video de Isis y me decía: "decime que son efectos especiales, decime que no es verdad". Si no podemos discernir nuestro entretenimiento de Isis, ¿qué dice eso sobre la cultura de esta sociedad? No somos muy diferentes de los romanos. Eso es lo que está llegando a la gente: video juegos, series y películas violentas y las pantallas llenas de gente matando gente. ¿Vin Diesel en Rápido y Furioso? ¿Los juegos del hambre? ¿En serio? No quiero esas imágenes en mi cabeza. ¿Sabemos cómo eso nos afecta? Y fueron contra Michael Jackson, que donó, en vida, 400 millones de dólares a acciones sociales y nunca dijo nada porque los Testigos de Jehová no pueden hablar de esas cosas. No había una evidencia en contra de él, así que se encargaron de destrozarlo. Él nunca entendió por qué le hacían eso así. Somos la única especie animal que disfruta ver a otros siendo asesinados o sufriendo.

—Y antes no era así, por lo menos desde el entretenimiento.

—Creo que ahora se está poniendo más tenso, más gráfico, hay más violencia que antes y esa violencia se está haciendo más explícita y realista. Y no hay mucho que nos ilumine y nos movilice. Los padres dejando que sus hijos jueguen a esos videojuegos, esa es la verdadera obscenidad, la verdadera perversión.

—¿Y como artista cuál es su papel?

—Siento que como artistas tenemos la opción. Y no voy a hacer cosas que agreguen más oscuridad a este mundo.

Un artista de muchos intereses e inquietudes.

De acuerdo con su biografía oficial, la carrera de David LaChapelle empezó en Nueva York en la década de 1980 y fue ahí que Andy Warhol le ofreció trabajar para su revista Interview. De ahí saltó a las revistas más importantes para las que retrató a gente como Muhamad Alí, Eminem, Madonna, Leonardo DiCaprio, Hillary Clinton. También dirigió videoclips y una de las giras de Elton John. Y hasta estrenó una película, Rize sobre las formas de la danza callejera. En 2006 se concentró en la fotografía artística con la que consiguió buenas críticas y la atención del mundo. En su obra se combinan la tradición del arte con las nuevas formas.

Entrevista a David Lachapelle
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VIDEOFERNÁN CISNERO

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