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"Problemas no se resuelven con tres valijas por persona"

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Leonardo Padura. Foto: Fernando Ponzetto
Nota a Leonardo Padura, novelista y periodista cubano, en el Hotel Alma Historica de Montevideo, ND 20161103, foto Fernando Ponzetto
Archivo El Pais

El más conocido de los escritores cubanos de hoy, el de mayor proyección internacional, y quien ha ofrecido una nueva mirada de La Habana y Cuba al mundo. Pero también el autor de novelas de otras geografías.

Y el creador de Mario Conde, detective desordenado, bebedor y desencantado, a través del cual ha reflejado a la realidad cubana y sus problemas. Leonardo Padura visitó esta semana Montevideo, fue declarado Visitante Ilustre, dio un par de charlas, y habló amablemente con El País.

—¿La apertura política de Estados Unidos hacia Cuba se nota en la vida cotidiana de La Habana?

—Muy poco. Todavía está pendiente el embargo, que sigue existiendo. Es una ley que solo el Congreso norteamericano puede derogar. Obama ha tratado de suavizarlo en la medida de sus posibilidades, y lo ha conseguido en algunos aspectos. Recientemente, por ejemplo, empezaron los vuelos directos entre ambos países por compañías comerciales de aviación, y eso abarató como en un 60 % los pasajes. La gente va a venir con tres maletas desde los Estados Unidos, se va a dinamizar un poco la sociedad. Pero los problemas de un país no se resuelven con tres maletas por pasajero.

—¿Y qué perspectivas tiene usted al respecto?

—Hay un problema económico en el cual una participación normal norteamericana pudiera ayudar. Aunque también entraña el peligro de una nueva dependencia, a un mercado, a unos inversores poderosos. Y Cuba tiene una infraestructura muy envejecida: necesita todo. Hace falta arreglar las calles, las líneas telefónicas, la electricidad, el agua, aeropuertos, puertos. Crear industrias. Eso es necesario, pero entraña el peligro de que volvamos a ser los que producimos el azúcar, la mandamos a Estados Unidos, y ellos nos devuelven los caramelos.

—¿Qué significa usted para los cubanos?

—Hay una cantidad importante de gente de mi generación que siente que yo soy un poco su voz. Para nada el profeta. Mucha gente me lo agradece. Y otros lo lamentan, porque hubieran preferido tal vez otra crónica. Es muy contradictorio. A veces a nivel oficial tengo una recepción llena de sospechas y resquemores. Y a nivel de los lectores, tengo una recepción amable.

—¿Cómo cambió en 25 años su personaje Mario Conde?

—Mucho y poco. En sus principios esenciales, ese cabrón se niega a cambiar. Pero por otro lado, ha cambiado de oficio, ha envejecido. Le duele más el cuerpo, teme más a la muerte, es más escéptico. Pero su comportamiento en lo esencial apenas cambia, tanto que a veces me da temor que sea un personaje muy estático. Pero su función fundamental, que es observar la realidad cubana, es muy importante y está vinculado con cierta fidelidad a una perspectiva, a una forma de entender la vida.

—Usted tiene buen ojo para ponerle nombres a sus libros, como El hombre que amaba a los perros, que son difíciles de olvidar.

—Los pienso mucho hasta que encuentro el que siento apropiado. Es algo misterioso. A diferencia de los hijos, a los que uno condena a llamarse de una forma sin pedirles permiso, creo que a los libros uno sí les pide permiso a la hora de ponerles un título. Por eso a veces funcionan mejor que los nombres de los hijos.

—¿Qué le pide a su prosa?

—Capacidad de comunicación. Creo que hay que escribir de la manera más bella posible, con ritmo. Y como se ha dicho, el adjetivo te salva o te condena. Todo eso es cierto, pero el principio fundamental es la comunicación. No creo en la literatura hermética, que le pone dificultades al lector.

—Su carrera viene de 25 años atrás, y el cine recién ahora se está empezando a ocupar de sus novelas.

— Tengo cinco novelas llevadas al cine, es una buena proporción. Pero sí, demoró sobre todo porque han sido proyectos al margen de la industria cinematográfica cubana. A diferencia de muchos escritores uruguayos o argentinos, o mexicanos o chilenos, que la industria nacional de sus países los preferencia, en mi caso, la industria nacional cinematográfica de mi país (además de estar en crisis) no se interesa por mis textos. Hay un instituto de cine, que es el productor en Cuba de las películas, y preferencia determinados proyectos y otros no. Y en la televisión, un cuento, una vez.

—¿Lo lee como una señal política?

—Pienso que puede haber de todo. En Cuba todo hay que leerlo políticamente.

—¿Qué le aconseja a un novelista principiante?

—Qué trabaje, que lea mucho. La lectura es la principal escuela de los escritores. Correr el riesgo que el culo se te quede plano pegado a una silla durante muchas horas.

—¿Uruguay qué lugar ocupa en su mirada al exterior?

—Ha sido una referencia. En los años 70 cuando yo estudiaba en la Universidad, había un grupo de estudiantes uruguayos exiliados. Y el escritor uruguayo Daniel Chavarría fue mi maestro de latín. Y teníamos tres autores uruguayos fundamentales: Benedetti, Onetti (que ofrecía un poquitico más de dificultad) y Galeano, el que estaba más de moda. Además, soy un estudioso de Horacio Quiroga, y muy interesado por Felisberto. Siempre tuve cercanía con la literatura uruguaya, y con su música.

—¿Había estado en Montevideo?

—Una vez, hace 20 y tantos años. Es una ciudad que en su estructura un poco decadente me recuerdo muchísimo a La Habana. Acá hay un mar oscuro, el de allá es azul, pero que le da una estructura a la ciudad, que corre junto a una franja de agua. Fachadas, edificios en mal estado, mucha gente por la calle. No me resulta un sitio exótico, sino cercano.

De una chispa, una novela.

Como García Márquez, Padura comenzó su carrera entre la novela y el periodismo. De su pasión por trabajar en la prensa, su novelística tomó el gusto por la claridad expresiva, y la investigación y la aproximación a los distintos puntos de vista de una realidad. Y por la denuncia social. Fueron surgiendo así una serie de best sellers, que fueron pasando de un idioma a otro. Su detective de ficción Mario Conde alimentó una larga serie que abarca, entre otras, Pasado perfecto,

Vientos de cuaresma, Máscaras, Paisaje de otoño, La neblina del ayer, y más recientemente Herejes. Pero su literatura abarca un rango mucho mayor, y de eso dan cuenta libros como El hombre que amaba a los perros, que sigue los pasos de León Trotski y su asesino Ramón Mercader. Ganador del Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015, Padura reconoce que es un enigma cómo nace una novela. "Es un misterio de los más grandes: a veces una idea de libro nace de una frase que lees, que escuchas, de una conversación. Es una chispa que se produce", sintetiza el galardonado autor.

Perfil.

Nació:La Habana, 1955. Clave: Novelista cubano, creador de Mario Conde.

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Leonardo Padura. Foto: Fernando Ponzetto

LEONARDO PADURACARLOS REYES

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