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"Ya no soy una mujer alterada"

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"La sociedad está un poco mejor hacia las mujeres". Foto: Cecilia Glick / Maitena

Una de las visitas más esperadas al Montevideo Comics que se realizará el próximo fin de semana es la de esta dibujante argentina.

Aunque asegura que ya no dibuja, desde la década de 1990 consiguió reflejar a la mujer moderna en una gran cantidad de piezas que aún conservan su encanto y su gracia. Su estilo es único y eso la llevó a ser un best seller no sólo en el Río de la Plata, sino también en varias partes del mundo; en España es considerada una de las grandes estrellas de la historieta. Maitena estará en Montevideo Comics, el sábado a las 17:40 en el Auditorio Nelly Goitiño en charla con Gonzalo Eyerhabide. Allí hablará sobre su obra, sus comienzos como historietista en revistaS como Sex Humor y Fierro, su faceta de novelista (la excelente Rumble) y otros temas. Antes de sus visita habló con El País desde su casa en Buenos Aires, de eso y de otras cosas. Ni alterada, ni superada: encantadora.

—La gente acá en Uruguay piensa que aún vivís en La Pedrera. Pero no es así. ¿Cuándo te fuiste?

—Acá en Buenos Aires piensan lo mismo. Me fui en 2012 porque mi hija menor terminó la escuela 52 de La Paloma y nos fuimos en busca de otros horizontes.

—¿Y cuánto estuviste al final por acá?

—Creo que fueron como 14 años. No los quiero ni contar porque no sabés lo que extraño. Mucho.

—¿Qué extrañás?

—Todo. La vida que tenía allá era divina; mi vida acá es un asco (se ríe).

—Fue una etapa muy productiva como dibujante la de La Pedrera.

—Allá trabajé un montón pero acá no trabajo nada: estoy desde 2012 intentando empezar una novela.

—Estás trancadísima.

—Hay mucha vida acá y pasaron muchas cosas. Fue dura la vuelta. Te vas vivir ahí en una burbuja y un día volvés y bueno... La vida te hace pagar caro, todo (se ríe).

—¿El problema fue como encontraste Buenos Aires?

—No. Buenos Aires está peor ahora que cuando llegué que por lo menos había un gobierno que me era más simpático, pero eso aparte. Lo que pasa es que mi proyecto de vida ya no era vivir en la ciudad. Y me costó un poquito adaptarme y en el medio me separé después de 20 años de pareja. Fue dura la vuelta. En algunas cosas está mejor y está avanzando, pero fue un cambio de vida radical. Muy, muy grande.

—También está que uno vincula tu estadía en Uruguay con un tiempo más distendido. Se te recuerda en el carnaval de La Pedrera y como en una fiesta.

—Sí, pero no es así. Al contrario. Fueron muchos años que yo viví ahí y sí hubo una época de fiesta y para arriba, pero también para mí hubo una época de instrospección. Escribí una novela en La Pedrera, lo que me llevó cuatro años encerrada leyendo y escribiendo. No fue muy de fiesta esa etapa. Y también estuve ocupándome de mí misma, de mis problemas personales y adicciones, y curándome y haciendo otra vida. Fue una etapa muy larga la de La Pedrera que tuvo de todo. Hay como un mito de la joda, el carnaval, pero solo fue un pedazo de la historia.

—Y el proceso de escribir esa novela, Rumble, que es muy personal debe haber sido todo un viaje.

—Fue un viaje personal y un viaje increíble donde de alguna manera volví sobre el tema de mi vida que era mi madre, la mujer alterada por antonomasia, la original. Y volví a eso para darle un cierre definitivo después de haberme pasado la vida hablando de ella en todas sus facetas.

—Se merecía eso.

—Yo por lo menos merecía cerrar esa historia que había sido muy dolorosa en algunos sentidos. Y como hija siempre estuve esperando que mi mamá me viera y supiera quién era yo y me entendiera. Ya de grande me di cuenta que eso no era posible y traté de hacer un camino hacia ella y ver quién era. Estuvo buenísimo porque nos entendimos, nos encontramos.

—En Rumble, una novela que me enganchó mucho cuando la leí, hay una presencia casi nociva de...

—Bueno, Rumble es una ficción, no es una autobiografía. No es necesariamente la historia de mi vida.

—Pero está llena de referencias que parecen muy personales.

—Yo siempre trabajé con elementos autobiográficos pero no cuento mucho.

—Ok. Teniendo en cuenta entonces el vínculo de madre e hija en la novela, ¿cómo crees que sos como madre?

—Repetí los errores de mis padres y agregué los propios que son muchos. No me quedé corta. Es muy difícil ser madre y mucho más madre de adolescente.

—Cambiemos de tema. En muchas notas, se refieren a vos como la "abuela punk". ¿Estás de acuerdo con esa definición?

—Sí. Qué se yo. A mí las definiciones me parecen que te cortan un poquito, te achican. Sí, ponele que sí. Pero para mi nieta Lulú no soy una abuela punk, soy su abuelita amorosa con la que jugamos y nos divertimos y miramos Peppa y eso. Igual puedo ser una abuela que le gusta salir a bailar y sigue saliendo de noche y que hace un montón de cosas que no hacen todas las abuelas, pero sí algunas.

—Pero también hay una actitud punk desde donde mirás las cosas, desde donde mirás, por ejemplo, a las mujeres que representás...

—Sí, lo punk pasa por ahí y en ese sentido estoy más punk que nunca. Estoy viviendo el presente continuo y el futuro no me importa. Bah, no es que no me importe, es que no tenemos idea de cómo va a ser, y todo lo que se te ocurra estás equivocado porque va a ser diferente. Prefiero ni mirar para ese lado, no tengo ni idea que hay ahí. Ni creo que pueda saberlo: es un nivel de soberbia muy grande pretender saber algo sobre el futuro.

—¿Cómo ves hoy en perspectiva aquellas "mujeres alteradas" como personajes?

—Yo cambié bastante desde que hacía Mujeres alteradas. Ya no soy una mujer alterada. Igual hay una etapa de la vida medio de mujer alterada y también hay un corazoncito que todas tenemos de locas de mierda; ese no se va nunca. Pero el mundo cambió mucho, la idea de lo masculino y lo femenino, cambió mucho, corrió mucha agua debajo del puente por lo que creo que muchas cosas que yo decía, por suerte, no existen. Y hay otras en las que yo cambié de opinión y otras en las que cambió el mundo. Y algunas sirven porque la vida, que es perra, no le da respiro a nadie.Y sobre todo a las mujeres cuando tenés trabajo, hijos, marido, pareja, amante, amigo, madre, la vida se pone un poquito tensa con todos esos frentes de combate abiertos en la vida de una mujer, hacen que esté medio loca. A un hombre también la pasa pero no sé si en igual medida. Pero creo que la sociedad está un poquito mejor con respecto a las mujeres. Un poquito nada más.

—Pero también hay otros temas que complican a la mujer como la violencia doméstica, que acá es todo un problema.

—Acá también. Por eso digo que un poquito mejor. El tema del machismo sigue vigente. Algunas chicas muy jóvenes me dicen que el feminismo es una antigüedad. No lo es. Mientras sigan matando a una mujer cada 30 horas, aún es un tema sobre el que hay que educar.

—¿Quién te gusta como historietista ahora?

—Justo la dibujante de historietas que más me tiene impresionada es una mujer, la colombiana que vive en Buenos Aires, Power Paola, que es una locura lo que hace, el nivel de dibujo que tiene, lo hermosas que son sus historias, el feminismo sutil que maneja. Y es bien diferente a lo que yo hacía. Ella y Gustavo Sala (que también viene a Montevideo Comics) son los que más me gustan.

—¿Y cómo estás con el dibujo?

—No estoy muy interesada en el tema (se ríe). Hago una agenda todos los años para la que hago la tapa y otras cosas, pero ya perdí aquel estilo. Ahora tengo un estilo amorfo que es más parecido a cuando era aquella joven que está en Lo peor de Maitena, y que es el estilo de cuando no dibujás.

Dónde se puede leer a Maitena.

Toda la obra de Maitena está editada por Penguin Random House Grupo Editorial. Abarca en total unos 25 títulos divididos en trabajos originales y compilaciones de sus series de Mujeres alteradas, Mujeres superadas y Curvas peligrosas. También se editó Lo peor de Maitena que reúne sus historietas para Sex Humor y Fierro en la década de 1990. Y está su novela Rumble firmada como Maitena Burundarena, su verdadero nombre. En Uruguay, sus tiras se publican en El País y en Paula.

Expertos y fans, juntos en una rara convención.

La que se desarrollará el próximo fin de semana (sábado 28 y domingo 29) a partir de las 13:00 será la 14ª edición de Montevideo Comics, convención de historietas, animación y juegos.

La argentina Maitena será uno de los atractivos centrales de esta edición, pero las visitas internacionales serán varias. Estará, por ejemplo, el estadounidense John Dilworth, creador de la serie Coraje, el perro cobarde; su compatriota Ron Marz, guionista de la saga Amanecer Esmeralda; el argentino Leonardo Oyola, que viene a presentar su flamante película Kryptonita; el también argentino Gustavo Sala, responsable de la tira Bife Angosto que se publica en Página/12; y la coreana Gendry-Kim, cuya obra más exitosa es El canto de mi padre. Hay otra gran cantidad de visitas, que llegan desde España, Francia y Suecia.

Además, para demostrar que es un acontecimiento en constante crecimiento (los dos últimos años reunió a más de 5.000 personas), este año la convención se repartirá en dos edificios.

En el Auditorio Nacional Adela Reta (el de Mercedes y Andes) habrá más de 60 stands (o sea, el núcleo central de la convención), talleres para niños y adultos, una master class a cargo del animador Pablo Turcatti y una zona de videojuegos, entre otras actividades.

En el Auditorio Nelly Goitiño (18 de Julio y Rio Branco), por otra parte, se exhibirán películas como Tras los pasos de Jodorowski o la mencionada Kryptonita, y se realizarán varias de las conferencias, incluyendo las de Maitena y John Dilworth.

En el Nelly Goitiño se realizará también el Concurso Internacional de Cosplay 2016, cuyo primer premio es un viaje a San Pablo para representar a Uruguay en la Yamato Cosplay Cup.

Las entradas para Montevideo Comics 2016 se venden a través del servicio Tickantel y cuestan 340 pesos por día; 240 para quienes van con cosplay o 520 el abono, pero estas dos se compran sólo en boletería. Los menores de 9 años inclusive, ingresan gratis.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
"La sociedad está un poco mejor hacia las mujeres". Foto: Cecilia Glick / Maitena

MAITENAFERNÁN CISNERO

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