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Identidad, reflexión e historia en la obra de un pintor

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Besnes e Irigoyen

Arte

Una exposición sobre Besnes e Irigoyen para ver en el Cabildo

Besnes e Irigoyen
Besnes e Irigoyen

El Cabildo con su entorno es por sí mismo un paseo que cada tanto vale la pena repetir, porque además de lo permanente, de ese paisaje citadino de antaño, uno también puede encontrarse con exposiciones más que interesantes. Así, por ejemplo, hasta junio estará le exhibición Mujeres en la Revolución Industrial, que procura reivindicar el papel de la mujer en la construcción de la cultura y la civilización del Uruguay. O una de las tantas partes de la VII Bienal de Arte Textil que desde noviembre del año pasado acaparó varias salas montevideanas. También, con un enfoque más histórico, está Guerra contra el Paraguay / la construcción histórica de un relato.

En ese contexto conviven acuarelas, temperas, mapas, dibujos y litografías que conforman un acervo de más de 4000 piezas en papel de Juan Manuel Besnes e Irigoyen en el Cabildo y con la participación de Alejandro Sequeira, Fernando Díaz, Sofi Donner y Ariel Seoane como artistas invitados. Parte de ellas se exponen desde diciembre y hasta el 7 de marzo y se pueden visitar de lunes a viernes de 12.00 a 17.45, sábados y feriados laborables de 11.00 a 17.00.

El arte y la historia andan de la mano y a partir de una se puede aprender de la otra y, además, se generan debates y nacen interrogantes. Por ese camino se construye una exposición sobre la obra de Besnes e Irigoyen que, muy por el contrario de generar “un compartimento estanco, las piezas del acervo ofician de huso, generan preguntas, propician múltiples diálogos”, explican en la presentación de la institución.

La obra de este pintor de origen vasco que llegó a la entonces Banda Oriental con tan solo 20 años (en 1809), permite adquirir y contruir una mirada sobre el arte y la sociedad uruguaya del siglo XIX. Vistas al puerto, estancias, edificios como el Hospital de Caridad de Montevideo con lo humano siempre presente a través del boceto de ciudadanos en las calles o en el campo, caballos, son solo algunos de los detalles de este artista y su testimonio, que perdura y permanecerá en el tiempo gracias a esos miles de papeles originales en los que pintaba y que guarda, además del Cabildo, el Museo Histórico Nacional y la Biblioteca Nacional.

Y la importancia de este artista, que falleció en 1865, para la historia del arte de nuestro país es tal, que en un libro publicado en 2017, el crítico de arte Nelson Di Maggio pasó a llamarlo “el primer pintor uruguayo”.

Allí, el crítico escribe, en referencia y comparándolo con los pintores viajeros que llegaban a nuestro país: “La mayoría vinieron y se fueron, por algunos años, meses o apenas días. Otros se quedaron, se incorporaron a los modos de la vida existentes, fundaron una familia, ocuparon funciones importantes en el Estado y crearon obras perdurables. Juan Manuel Besnes e Irigoyen fue uno de ellos.”

Porque además, lo que caracterizó a este artista fue que no solo miró la realidad de su época desde un pedestal de intelectual, sino que fue un hombre de política, diputado, apoyó al presidente Fructuoso Rivera y junto a él recorrió gran parte del interior del país (de ahí provienen muchos de sus paisajes del campo). Asimismo luchó como soldado en la Guerra Grande y trabajó para el Estado ejerciendo como litógrafo. Fue maestro del también pintor uruguayo Juan Manuel Blanes, pero a diferencia de él, como explica Di Maggio en Juan Manuel Besnes e Irigoyen, primer pintor uruguayo, “no se propuso empecinadamente crear una iconografía nacional sustentada en grandes acontecimientos históricos”, pero simplemente, y más allá de la intención, logró, con la sencillez de su trazo, contribuir al relato de la historia uruguaya.

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