Publicidad

"Somos una gota en el océano"

Compartir esta noticia
"Veremos cómo reacciona el público de Paysandú", dijo sobre su debut en la ciudad. Foto: Difusión.
Alejandro Dolina D:\Users\dborrelli\Desktop\510458.JPG

Llega a Paysandú para dos fechas en la Semana de la Cerveza.

Con 30 años de trayectoria, el programa La venganza será terrible —que actualmente en Uruguay va por radio El Espectador, es uno de los hitos de la radio rioplatense.

Lo que empezó en lugares reducidos para audiencias pequeñas y en lugares fijos (como el famoso Café Tortoni de Buenos Aires) fue creciendo hasta convertirse en un espectáculo itinerante. Como una compañía de circo que va recorriendo distintas localidades de Argentina, el programa es una suerte de show de la palabra, con reflexiones, humor y anécdotas que, a lo largo de los años, se ha ganado una audiencia fiel y entusiasta.

Pero él no quiere saber mucho con palabras como "éxito". Como el signo invertido del estereotipo del porteño, Dolina se ataja ante las preguntas sobre el alcance popular de su propuesta. Ahora vuelve a Uruguay para presentarse por primera vez en Paysandú, luego de haber estado en Montevideo muchas veces. "Veremos cómo reacciona el público de Paysandú", dice en una charla telefónica con El País. Dolina estará en el Teatro Florencio Sánchez de Paysandú hoy y mañana, como parte de la oferta cultural y de espectáculos de esta edición de La Semana de la Cerveza, siempre a partir de las 21:30 horas y con entradas a 400 pesos que se pueden comprar a través de Abitab. En la conversación, Dolina habla de los temas que le apasionan: la comunicación, la palabra y el contacto que se establece con la audiencia que presencia las emisiones desde una platea. Cuando el público reacciona bien, él y su equipo se animan a cosas que de otra manera no intentarían. Ahí, en esa interacción en vivo entre audiencia y conductor, seguramente esté una de las claves que explican la longevidad de un programa radial que ya es un clásico.

—Hace tiempo que La venganza será terrible viene viajando y recorriendo distintos lugares. ¿Cómo es hacer un programa de radio itinerante?

—Creo que en realidad lo que ocurre es que ya no es un programa de radio. Los protocolos que nosotros seguimos no son muy radiales que digamos, son más bien teatrales. Estamos muy pendientes del público presente y cada vez menos pendientes del público que está en su casa. Y el carácter itinerante del programa también tiene mucho de teatro. Las costumbres del teatro implican giras y nosotros estamos permanentemente de gira, para conectarnos con distintos públicos. Si fuéramos un programa radial, no tendría mucho sentido hacer una gira. Imagínese: iríamos de estudio en estudio, ¡solo para cambiar de operador! (ríe).

—Vuelve una vez más a Uruguay. ¿Cómo es su vínculo con el público de acá?

—He tenido la suerte de que me aceptara un público tan exigente y, a la vez, consciente de esa misma exigencia. Lo anoto como un descuido del público uruguayo (ríe), pero al mismo tiempo lo recibo con mucha alegría. Nosotros estamos de fiesta cuando vamos para Uruguay. Nos gusta mucho el Uruguay, con sus gestos, con sus costumbres. Reacciona distinto al público de Buenos Aires. El púbico uruguayo es más parecido al rosarino o cordobés. Veremos cómo es el público sanducero.

—¿El programa puede variar mucho según con lo que se encuentren cuando llegan al escenario y empieza a transcurrir el espectáculo?

—Los guiones varían poco, no es mucho lo que cambia ahí. Yo diría que lo que es bien distinto es la intensidad. Y puede también que en algunas noches haya una mayor audacia ¿no? Al estar al frente de un público que reacciona bien ante mensajes no tan simples, a uno le da la audacia para intentar situaciones complejas a partir del relato y las resoluciones. Para atreverse a eso uno tiene que tener la certeza de que el público reaccionará bien. El resultado —cuando todo sale bien— es una mayor luminosidad para facilitar alguna destreza artística mejor expuesta.

—Tengo entendido que está escribiendo un libro sobre el humor y los mecanismos de la risa.

—En realidad, no es exacto que yo lo esté escribiendo. Es un libro que están haciendo en editorial Planeta por los 30 años de La venganza será terrible. Es más bien un libro de entrevistas, de fotos, de situaciones periodísticas, etc. Pero ahí hay —o posiblemente vaya a haber— un capítulo donde se examinan las razones por las cuales las personas se ríen, a partir de escritores o pensadores que se han dedicado a estudiar eso. Nosotros recorremos lo que ellos han dicho o escrito y también a aplicar esas recetas en nuestro programa.

—Luego de 30 años en el aire, con un público fiel y con un requerimiento casi constante de los medios para entrevistarlo, ¿el programa podría verse como el del triunfo de la palabra?

—Sí, pero… El éxito no es tal. No es "mucho" éxito. Es mucho si se considera que es un programa nocturno, y que como tal no cabe esperar mucho de él. Nosotros tenemos tal vez más que lo que le correspondería a un programa de las 12 de la noche, pero al lado de los grandes sucesos de la televisión, somos una gota en el océano. Igual creo que la palabra es un lenguaje de la exigencia. Que al menos se nos permita intentar algo a partir de esas elecciones que hacemos… No sé si es un triunfo, pero al menos es un buen indicio. Algo que nos produce cada tanto una pequeña alegría. No estamos en la cima del éxito internacional, pero por ahí algunas personas nos escuchan con cierta atención. Eso ya está bien para nosotros.

—Hablando de la palabra y la cultura, ¿cómo ve el clima cultural argentino actualmente?

—Lo veo con perplejidad y tristeza. Por una elemental posición política, ¿verdad? Dejando de lado el gobierno que acaba de abandonar el escenario político, en términos generales, estoy del lado de la gente que prefiere Estados inclusivos, de los que prefieren políticas contrarias a la libertad de mercado, contrarias al FMI, al neoliberalismo más salvaje. Todo esto me llena de perplejidad, porque personas que por su profesión, por su edad, por el trato que deberían tener con la inteligencia, argumentan de un modo bastante elemental, primero. Y segundo, contrario a lo que uno podría esperar. Se supone que ciertas partes sensibles de nuestras sociedades han tenido tradicionalmente posiciones más cercanas a lo popular, a las izquierdas. Ahora parece no ser así.

—¿En esto tiene que ver la polarización en el debate argentino? ¿Está de acuerdo en que hay una polarización o es una construcción de algunos medios? Me refiero a conceptos como la supuesta "grieta".

—Creo que es así, que hay una grieta. Al margen de la sobreactuación que ocurre, es muy evidente que hay dos maneras de ver el país y la política y que se dan ahora por las circunstancias muy nítidas, muy expuestas, muy negro sobre blanco. Hay circunstancias más confusas en las que uno puede decir "no sé qué pensar…". Pero aquí está muy claro.

—El programa tiene una presencia bastante activa en las redes sociales. ¿Usted se involucra personalmente en, por ejemplo, el perfil de Facebook del programa?

—No, no lo hago. Me gusta la red como lugar desde el cual se accede a mucha información y conocimiento. Pero no tomo contacto personal con los seguidores del programa, o con quienes comentan, porque es un ejercicio descorazonador. Así como hay personas delicadas e inteligentes que nos escriben, no ignorará usted que hay muchas personas violentas y perturbadas. Tomar contacto y dedicarse a la refutación, produce una perturbación en uno, estoy convencido.

Un programa que se ubica tanto en una sala pequeña como en el Estadio Centenario.

A la manera de, por ejemplo, una banda de rock, La venganza será terrible realiza giras internacionales, recorridos a los que se los conoce por el año en el cual se realizan. Así, la Gira 2016 de La venganza... arrancó este año y ya estuvo en Montevideo, en febrero, en la sala Eduardo Fabini del Auditorio del Sodre. El año pasado, el programa había estado en el Teatro El Galpón. El equipo que Dolina lleva consigo está integrado por siete personas, entre ellas sus dos hijos, Martín y Alejandro, y hay de todo un poco: monólogos, diálogos y música, que el trío musical del programa realiza en vivo y a pedido del público presente. El programa ha tenido varias facetas a lo largo de las tres décadas (y un año) que transcurrieron desde que empezó a transmitirse en 1985 (con otros nombres), pero una se mantiene: el gran predicamento. Aunque Dolina se ha presentado —cuando ha cruzado para encontrarse con su audiencia uruguaya— en lugares más o menos pequeños como la Sala Fabini o la Zitarrosa, también acá ha sabido estar en un contexto de masividad. Hace diez años, en una de las ediciones de la "Fiesta de la X", La venganza... fue parte de la grilla del escenario principal, que fue ubicado en aquella oportunidad en el Estadio Centenario. Ahí, ante una Amsterdam llena hasta la mitad, más o menos, y con la luz del sol bajando, Dolina y su programa compartieron escenario con Buitres, Babasónicos, Paulinho Moska y Agarrate Catalina, entre varios otros. Además, para seguir contradiciéndolo cuando él afirma que es "una gota en el océano", también es un best seller. Como escritor, ha vendido aproximadamente 300.000 ejemplares de sus cuatro títulos: Crónicas del ángel gris, El ángel gris, El libro del fantasma, Bar del infierno y Cartas marcadas. También publicó como libro la opereta Lo que costó el amor de Laura.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
"Veremos cómo reacciona el público de Paysandú", dijo sobre su debut en la ciudad. Foto: Difusión.

ALEJANDRO DOLINAFABIÁN MURO

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad