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Los furiosos años 80 en 1.600 metros cuadrados

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Belleza. Además de por sus obras en sí, el museo destaca por sus ambientes amplios y sus salas organizadas con fuerte sentido estético. Foto: Fernando Ponzetto.
Archivo El Pais

Colección Engelman-Ost abre sus puertas con entrada libre.

Una oportunidad que los que gustan de las artes visuales no pueden dejar pasar. Esta semana, desde el lunes hasta el viernes 28 de octubre, estará abierta al público la Colección Engelman-Ost, en Av. Rondeau 1426. Allí, desde las 16.00 a las 19.00, con entrada libre, se puede realizar un asombroso recorrido por las últimas décadas de la pintura y las artes visuales locales. Un viaje a la memoria reciente, de la plástica uruguaya.

El gran edificio puede pasar inadvertido si se va distraído, pese a su noble fachada. Desde afuera no parece un museo, y sin embargo, almacena una colección incomparable, única en la materia. Y en estos días está abierto, para recibir la exposición de fotos de Paula Espasandín, conocida gestora cultural que expone una serie de imágenes sobre temas variados, algunos de corte muy cotidiano. En la planta baja, un conjunto de fotos ofrecen una mirada fresca sobre la ciudad y la familia.

Desde allí hacia arriba, se abre todo un mundo visual que tiene mucho de viaje al pasado. Lo primero que impresiona del enorme museo es el amplio espacio que reina por todas partes. Las obras están expuestas con un fuerte sentido de conjunto: de hecho, hay salas que son como grandes instalaciones, donde los cuadros dialogan con esculturas, creando ambientes muy sugestivos.

Como la gran sala con obras de sensual estilo de Virginia Patrone. O el corredor con cuadros de estilo preciso de Álvaro Zinno.

Si bien la colección tiene obras que se remontan a bastante tiempo atrás, como algunos cuadros (abstractos) de José Pedro Costigliolo, quizá lo que más impresiona es ver todo el arte uruguayo de la apertura política hacia adelante, recorrer la plástica de los años 90 y más.

Por algo la obra de Hugo Longa tiene un lugar de privilegio, en cantidad, calidad y ubicación. Es que su intensidad y vigor anticipó de algún modo el trabajo de muchos artistas que se haría valer en los años 80 y 90. Ese estilo furioso, agresivo, parece contagiarse a los cuadros de numerosos artistas. Vale en ese sentido ver (o volver a ver) la obra temprana de Gustavo Tabares, o la de Fernando López Lage.

En esa dirección, causa un efecto sorprendente ver desde el 2016 lo que fue aquella explosión de color y forma que siguió a los años de la apertura democrática. Con muchos guiños al mercado de consumo, algo de kitsch, y algo de simbología. La libertad conquistada luego de la dictadura, se respira a pleno en la Colección Engelman-Ost. Claro que la colección tiene muchos perfiles. Como toda la línea más sutil, que tiene que ver con, por ejemplo, las obras de Lacy Duarte, o la de Ernesto Vila. Y en esa línea, quizá se llega a algunos cuadros de Eduardo Cardozo.

Hay en el conjunto una buena selección de cuadros de Juan Burgos, que permiten seguir su carrera a lo largo de una serie de etapas, en las que se alterna lo kitsch, los guiños al pasado y a la propaganda, a través de meticulosos collages. En fotografía también hay mucho para ver, como las hermosas piezas de Federico Rubio, que exhiben formas orgánicas en blanco y negro. O las fotos de Leo Barizzoni.

Subir por las escaleras, recorrer el edificio, puede tener algo de reencuentro con el mundo de años atrás, quizá más alejado en la memoria que en el tiempo. Allí aparecen fotos y obra de un Dani Umpi, y obra temprana de Magela Ferrero. También hay una piezas preciosas en madera de Juan José Núñez, en las que vale la pena detenerse un rato. Y hay obra más reciente, como algunos trabajos de Jaqueline Lacasa, que dialogan muy bien con la colección.

Si el visitante no es un chiquilín, si ha pasado los 40, o los 50, la exposición en su conjunto puede significarle un reencuentro con su universo juvenil. Pero más allá de la edad que se tenga, visitar esta magnífica galería de obras es un paseo visual único, exquisito.

Un noble edificio con raíces rojas y negras

Los antecedentes del enorme edificio de Av. Rondeau 1426, donde está la Colección Engelman-Ost, se remontan a 1830, aunque lo más antiguo de su edificación data de 1845. Desde entonces en adelante se le fueron agregando pisos y mejoras, hasta lo que es hoy, un potente conjunto de habitaciones, que se puede recorrer armando un itinerario personal.

La colección puede ser visitada siguiendo estilos o gustos personales, pero también temáticamente, dado que tiene algunos acentos fuertes, como el de los derechos humanos, o el de las migraciones. Cuadros de enorme porte, y de colores estridentes, dan a algunos salones una impronta singular.

Bajando una escalera, en el subsuelo, una sugestiva y oscura instalación de Agueda Dicancro ofrece otro rincón interesante. Entre el negro y el rojo, entre el vidrio y la madera, el trabajo invita a un sugestivo viaje visual, en el que no faltan los espejos que integran al visitante a la obra. Un lugar encantador, de los 1600 metros cuadrados de arte que ofrece la admirable colección.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Belleza. Además de por sus obras en sí, el museo destaca por sus ambientes amplios y sus salas organizadas con fuerte sentido estético. Foto: Fernando Ponzetto.

EXPOSICIÓNCARLOS REYES

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