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Estética y caos de una generación

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Colectivo esquizodelía. Foto: Fernando Ponzetto
Fernando Ponzetto

El Centro Cultural de España exhibe muestra por los diez años del colectivo Esquizodelia.

El piso de madera rechina cada vez que se lo pisa e interfiere en la música que viene de una vieja máquina de juegos, ahora adaptada para reproducir música libre (es decir, sin derechos de autor), que el público puede elegir o bien descargar para llevarse en un pendrive u otro dispositivo. Y sobre el blanco impoluto de las paredes hay luces, afiches, un entreverado árbol genealógico: la construcción de un recorrido por la impronta de este colectivo artístico que, tras una década de trabajo a pulmón y de ganar espacios, instaló una parte suya por algunos meses en un espacio más formal.

Desde diciembre y hasta fines de febrero, esta muestra por los 10 años de Esquizodelia permanece abierta al público en el Centro Cultural de España, que en verano abre de lunes a sábados de 11.00 a 17.00 (siempre con entrada libre).

Esquizodelia —combinación de las palabras "esquizofrenia" y "psicodelia"— nació hace una década, ante la necesidad de Hiram Miranda de grabar el disco de su banda de entonces, Psiconautas. El panorama discográfico era reducido y de difícil acceso, y le dio forma a este sello que con el tiempo se volvió colectivo, que hoy nuclea a unos cincuenta proyectos y además organiza el festival anual Peach and Convention, en la esquina (siempre ventosa) de Durazno y Convención.

Es la palabra "Esquizodelia" lo primero que ve quien entra a la sala del CCE, en una instalación de luces (a cargo de Leticia Skrycky, diseñadora de iluminación e integrante de la banda Carmen Sandiego) que abarca casi toda una pared y que resume el espíritu del colectivo: un grupo cuyo único fin es expresarse, sin preocuparse demasiado por la perfección.

Es parte de una mirada que allí se expande por las paredes: además de las luces hay en tamaño macro una representación del logo del colectivo, un ornitorrinco que fue adoptado como imagen por su "deformidad", explica Patricia Turnes (escritora de Pendejos y Amor y amistad entre ovejas negras, ahora enfocada en un disco solista que editará este año), quien tras participar como espectadora desde hace mucho tiempo, se integró como miembro activo el año pasado.

Hay también un árbol genealógico de bandas, solistas, cruces y sellos que se han generado dentro de o a partir de este universo, representado en un diseño bien logrado por Lucía Riera (de la banda Maniquíes y ahora también en Carmen Sandiego), con elementos de la caricatura y el collage.

La última pared de esta especie de cuarto adolescente es sin dudas la más interesante en cuanto a información. Se trata de un compendio de afiches, arte de discos y pegotines de todas las épocas de bandas existentes y no (hay mucho de la extinta 3Pecados, por ejemplo) creados a partir de las técnicas más diversas, que ofrecen un panorama profundo al abordaje estético y conceptual de las bandas. "Contracultura", dice Turnes (a quien le gusta pensar en Esquizodelia como una generación de autores), y es una palabra que abarca todo.

"Lo que encierra fiolosóficamente esto es que no nos lo tomamos tan en serio todo. O nuestra forma de tomárnoslo en serio está basada en otras cosas, no eso de: qué porque somos", dice el cantautor Salvador García (editó el disco Todavía las nubes y trabaja en nuevo material). "Porque nosotros somos esto también: una especie de cosa desordenada que de alguna manera funciona".

Un mes de cierre.

Esquizodelia, que llegó a montar esta exposición en tiempo record — "todo muy Esquizodelia", dicen— por invitación del Centro Cultural de España, prepara actividades para este último mes, pues la muestra permanecerá abierta hasta el 22 de febrero, que es el día de desmontaje.

Así, este miércoles 1 de febrero, a las 19.00, comenzará un ciclo de conciertos acústicos llamado El ciclo del loro, que tendrá funciones el 8 y el 15 y que en cada fecha tendrá a integrantes del colectivo tocando en la misma sala donde está la muestra. La grilla no será anunciada y para asistir hay que inscribirse en la web del CCE.

La intención es cerrar esta experiencia con un festival callejero, para conmemorar una década de espacios ganados y desorden adolescente.

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Colectivo esquizodelía. Foto: Fernando Ponzetto

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