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Cuentos de tristeza, soledad y locura

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Al leer la ópera prima del cubano Carlos Manuel Álvarez es fácil pensar que el escritor no tiene 26 años, ni que vive en plena era digital y mucho menos, que ese es el primer libro que escribe. Es que la madurez que tiene el escritor y su forma de prosa que lo asemejan a Raymond Carver u otros autores de esa generación del realismo sucio estadounidense.

Aunque hay un baño de realismo mágico y pinceladas de color latino, se parece casi nada a la literatura cubana de décadas anteriores.

La mayoría de los cuentos reunidos en el libro se desarrollan en Cuba, aunque por momentos aparezcan otros países americanos. Pero es una Cuba que no está totalmente politizada, como podría imaginarse desde acá. Aunque sí romántica y quedada en el tiempo.

De todas formas, la política entra lateralmente. Se hace alusión a las dictaduras que sucedieron en América Latina a partir de la década de1970. Por ejemplo, una joven chilena debe huir de Chile para escapar al gobierno de Augusto Pinochet o un hombre que declara haber pertenecido a un movimiento guerrillero.

Son cuentos sobre la naturaleza humana, el amor, el desamor, la tristeza, la soledad y la locura. En ellos, Carlos Manuel Álvarez demuestra que tiene talento para entender al hombre y para condensar sentimientos complejos en hechos simples e historias bien resueltas. No necesita de grandes monólogos para explicar la psicología del personaje.

A la vez, también casi se podría tomar la obra como una unidad fraccionada por motivos prácticos. Es que cada cuento tiene un detalle, por mínimo que sea, que se repite o se alude a él más adelante. En algunos casos es tan sutil que puede pasar desapercibido. Pero ahí está la inteligencia del autor: nunca peca de burdo.

También sabe cuál es la justa medida entre la descripción y el dejarle al lector espacio para rellenar los espacios en blanco. Es inevitable imaginarse ese atractivo universo que es descrito en La tarde de los sucesos definitivos como decadente, caluroso y sepia. Esas fotografías de la realidad sirven también para hacerse una idea del mundo que rodea al autor. Prácticamente en todos los cuentos aparecen los libros o la literatura.

Un personaje escritor, un joven que roba libros, un título recomendado; el chileno Enrique Lihn y el poeta cubano Ángel Escobar, con apariciones fugaces. También tienen su protagonismo la fotografía y otras ramas del arte. A veces, incluso, hay demasiadas referencias culturales, como si con cada una se quisiera demostrar algo. Aunque esa fijación es comprensible en la primera obra de un escritor.

"Entre primer y segundo año de la universidad, Maulini roba alrededor de setecientos libros. Parece una cifra impresionante, pero siempre hay gente que roba o que bebe o que fuma más que tú", así comienza la historia que le da el título al libro y esa es una muestra de cómo se va a desarrollar todo.

CRÍTICA - LIBROS - ALEJANDRA PINTOS

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