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La ciudad que cruzó al marqués con el artista

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Jorge Migues

Novedades de plástica

Jorge Migues charló con El País sobre su muestra en la Alianza Francesa

El último día que Jorge Migues estuvo en Barcelona llovió. No era cualquier último día, era el final de una estadía intensa y larga, en la que el artista y arquitecto uruguayo había estado en la ciudad española para formarse un poco más en talleres. Para él, tampoco era cualquier lluvia, porque con el brillo del agua, el edificio donde había vivido entre 2015 y 2016, se veía distinto: u201cEl terracota parecía más fuerte, eso y la calle mojada me quedaron grabadas, será porque era la última vez que los veíau201d, recuerda el pintor. La calle, tampoco era cualquier una, era la calle del Marqués de Barberá y el edificio, ubicado en una esquina, se transformó primero en bocetos diarios de su estadía por allí, después, en un cuadro, u201cLloviendo sobre el Marqués de Barberáu201d, que al poco tiempo vendió.

u201cLuego sentí que había entregado parte de una experiencia vital míau201d, confiesa Migues, y cuenta que inmediatamente se compró un cuaderno en el que empezó a representar, en cada hoja, u201cun pequeño hecho plástico de la obra que había vendidou201d. Después se volvió una obsesión con la que no pudo parar, el cuaderno se convirtió en un libro de artista y en una exposición.

En la sala de exposiciones de la Alianza Francesa de Montevideo, el cuaderno es el protagonista. Está expuesto sobre una mesa, abierto, invitando a que el visitante se atreva a pasar sus hojas para conocer la historia. A su alrededor, en lienzos, algunos de grandes dimensiones, otros de formato medio, algunos al óleo, otros con pasteles, otros en barras de grafito, están las obras consecuentes, una explosión artística a partir del cuaderno.

En el proceso, Migues se preguntó quién era ese marqués, el de su calle en Barcelona. Para la historia española, fue figura de la Guerra de Sucesión. Para Migues, era un tipo de su edad, u201cque en el cenit de su vida pasó por unos procesos épicos muy duros. Una guerra, su Barcelona sitiada y estuvo presou201d. Sin pasar por ninguna guerra, Migues en esos momentos, el artista tenía sus propios conflictos privados. u201cNo se podían ni compararu201d, dice, pero agrega que para él eran momentos complicados de su vida.

Entonces la calle se transformó en un diálogo entre esas dos vidas. Migues en el siglo XXI, el Marqués de Barberá en el 1700. u201cEra un juego divertido de alter ego. Él tenía su guerra allá, yo la mía acá, a 300 años de diferenciau201d, explica.

Migues se imaginó qué haría si fuera el marqués y qué haría el marqués a la inversa. Una especie de viaje del tiempo artístico, registrado en el libro, que en la mitad pasó del edificio a tener contenido histórico, retratos del marqués y su esposa y reflexiones.

Migues terminó el libro, le puso Mil lluvias sobre el Marqués de Barberá (título que también lleva la muestra), pero no quería cortar el vínculo. Necesitaba más charlas con el personaje, entonces empezó con los dibujos, después pasó a los pasteles y más tarde a los óleos, todos con una mezcla de expresionismo, abstracción y detalles figurativos, que aparecen sobre todo cuando invocan al protagonista.

Fuera cual fuera el soporte o la técnica, el artista sabía lo que quería plasmar. Era el ir y venir. Era el desgarro, el hundimiento, el espíritu de lucha. u201cTodas esas cosas se pueden de alguna manera asimilar a una guerra o a situaciones personales difícilesu201d, concluye.

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