El periodista, músico y actor lanzó Cuerpo y alma, las dos vidas de Eduardo Mateo, el libro más reciente sobre el influyente músico uruguayo y primero que se presenta como biografía narrada. Lo editó Ediciones B, incluye más de 100 entrevistas y cuesta $ 490.

—¿Qué te motivó a escribir otro libro de Mateo?

-Además de sentir una fuerte admiración por su música, el detonante fue una nota que hice en 2010 para la Revista Domingo de El País, cuando se cumplían 20 años de su muerte. A partir de ese artículo me empezó a llegar mucho material sobre Mateo, desde fotos y letras de canciones inéditas, a historias que hasta ahora no se habían contado. Por otro lado, es la primera biografía narrada sobre Eduardo Mateo; la escribí así con la idea de que pueda ser leída por cualquiera, incluso por aquellos que no conocen mucho de su música.

—¿Por qué hacés hincapié en relatar sus dos vidas?

—La idea es mostrar los dos mundos que se crearon alrededor de la imagen de Mateo: por un lado lo que fue su vida, en la que por mucho tiempo fue un hombre de la calle; y por otro lo que fue su muerte, cuando se convirtió en todo un mito y su música se hizo muy conocida, incluso traspasando fronteras.

—El libro tiene capítulos intercalados que abordan asuntos específicos con músicos y entrevistados. ¿Qué los originó?

—El Kinto participó en un disco que se llamó Musicasión 4 y ½. A partir de ahí se me ocurrió que entre los capítulos hubiera entrecapítulos en los que se contaran aspectos de la vida o de lo que pasó luego de la muerte de Mateo con su música. Sirven para mostrar, por ejemplo, por qué es tan importante para la música uruguaya. Para el libro hice unas 100 entrevistas, no solo a los que lo rodearon en vida, sino también a músicos actuales que cuentan cómo se vieron influenciados. Por ahí aparecen La Triple Nelson, Tabaré Rivero y los hermanos Drexler, entre otros.

—Se dice que la música de Mateo no se vinculó a la política, y tú concluís que la dictadura afectó radicalmente su vida. ¿Una cosa tuvo que ver con la otra? ¿Pudo haber evadido la protesta directa para no tocar un tema que lo hacía enfrentarse con su soledad?

—Si bien las letras de él no tenían un trasfondo político, salvo casos excepcionales como "Canción para renacer", que en realidad no está claro si es una canción de protesta o no, la dictadura fue determinante para la vida de Mateo. En la dictadura, y ya en los años previos, sus grandes amigos y compañeros de ruta en la música como Urbano Moraes, Rubén Rada, los hermanos Fattoruso y Diane Denoir debieron abandonar el país. Además, cerraron la mayoría de los lugares donde Mateo podía tocar. En los años de dictadura, además, fue preso varias veces.

—¿Te quedó algo pendiente en esta biografía?

—Lamentablemente sí. El libro original tenía unas 100 páginas más. Pero como la idea era que fuera un libro al que pudiera acceder todo el mundo, si le agregaba más capítulos, fotos y otras cosas que aún conservo en caso de que algún día se reedite, iba a salir muy caro.

—Después de esta investigación, ¿cuánto pensás que hay de mito en la historia que se conoce de Mateo?

—Creo que el mito se crea a partir de su forma de vivir, de la bohemia, que era parte de su vida. En cambio, en lo que tiene que ver con su música entiendo que no hay mito. Inventó, junto a Rada, el candombe beat, la música ciudadana, eligió un camino propio, renegó de la imitación de la música anglosajona y del folclore argentino. Merece el lugar donde lo han ubicado. De todos modos es claro que la música uruguaya hoy no busca dentro de las raíces de músicos como Mateo.

carlos tapiaBELÉN FOURMENT