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Un adiós que deja al mundo sin la magia de los viejos tiempos

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Horacio Salgán. Foto: Difusión

Falleció, a los 100 años, Horacio Salgán, un gran innovador del tango.

Ysin pedirlo, ni necesitarlo, somos testigos directos del fin de una era. A la muerte de Mariano Mores a los 98 años en abril, hay que sumar el fallecimiento ayer, a los 100 años, de Horacio Salgán, el otro último gran sobreviviente de la edad de oro del tango.

A diferencia de Mores, una estrella y talentoso compositor de éxitos, Salgán fue otra clase de artista mayor: un innovador a la altura de Osvaldo Pugliese y Astor Piazzolla. Sus composiciones no serán las más conocidas pero su aporte al tango —un género que transitó desde su época de gloria a su caída siempre con una amplitud de miras que excedía los límites del dos por cuatro— permanecerá tan único como su talento. Es una de las grandes glorias de la música argentina.

"Las orquestas dirigidas por Salgán de los años 1944 a 1957, amplían la forma tradicional del tango, profundizan el sentido rítmico y le agregan un toque negro, crean un nuevo tipo de tanguismo profundamente arraigado a su música, pero receptivo a Bartok, Ravel, el jazz y la música brasileña", dice una crónica de época de Le Monde, citada por la especialista Sonia Ursini en su libro Horacio Salgán: la supervivencia de un artista en el tiempo.

Fue pianista, compositor, arreglador y docente. Empezó de abajo y llegó a la trascendencia internacional principalmente por su talento como instrumentista sobresaliente y arreglador inventivo.

Su primer trabajo consagratorio, después de ganarse el pan como pianista de cine y acompañante de artistas en la porteña Radio Belgrano, fue con la Orquesta de Roberto Firpo en 1936, una formación importantísima de su época.

Recién llegó a su orquesta propia ocho años después, una formación por la que pasaron músicos y cantores de los importantes: Leopoldo Federico, Toto DAmario, Edmundo Rivero y Roberto Goyeneche, entre los más conocidos por los profanos. Pero con sus cuatro bandoneones, cuatro violines, viola, cello, contrabajo, piano y un cantor como Rivero (muy criticado en aquellos tiempos), Salgán entregaba un producto raro que, con el tiempo se entendió se había adelantado a su época.

De esa aventura orquestal, Salgán pasó a dos momentos trascendentales de su carrera: su dúo con el guitarrista Ubaldo de Lío en la primera mitad de la década de 1950 y la formación del Quinteto Real en 1960 donde además de Salgán y De Lío estaban Pedro Laurenz, Enrique Mario Francini y Rafael Ferro, un verdadero supergrupo. Su disco Quinteto Real en Japón (disponible en YouTube y con Kicho Díaz en lugar de Ferro) es una obra maestraEl quinteto —que se había terminado en 1970 pero lo siguió acompañando esporádicamente durante toda su carrera y ahora dirige su hijo, César— y el dúo con De Lío fueron sus grandes formaciones. Fue uno de nombres más internacionales del tango

Como compositor, su obra más conocida es "A fuego lento" pero tiene otras piezas importantes en su época aunque sin la permanencia de aquel gran éxito como "La llamo silbando", "Grillito" y "Don Agustín Bardi"

"Era un vanguardista", dijo a El País, Ramiro Carámbula, presidente de la Academia del Tango del Uruguay. "Cuando la da a conocer a comienzos de 1950, A fuego lento tenía una estructura musical que es un poco lo que va a hacer Piazzolla después, Es así de innovador". Y su música, siempre, es pura belleza.

Un adiós despacito.

Salgán bajó el ritmo de presentaciones en 2003 aunque hasta fines de 2010 siguió aceptando homenajes y tocando esporádicamente.

"No quiero compromisos con nadie. Tampoco conmigo. No es esa mi intención. Además, cada cosa que hice fue pensando que era lo más importante que estaba haciendo. Fueron unos 75 años de trabajo muy intensos", lo citó ayer La Nación en dichos de 2003.

Ni que lo diga. Fueron 75 años de generosidad artística, personal y de una innovación trascendental para un género que ayudó a ampliar y del que ahora, con él, se va un pedazo grande de historia. Escucharlo es entender su grandeza. Siempre se está a tiempo para descubrir a un maestro. Y más, a uno así de enorme.

Muy cercano a Uruguay.

En Uruguay, Salgán estuvo muy vinculado al Club de la Guardia Nueva, el primer club de investigación de tango que existió en el mundo, fundado, entre otros por Horacio Ferrer y que se reunía en un local de Soriano y Minas (o "Soriano y Señoritas", bromeaba Piazzolla). Allí Salgán dio charlas y tocó muchas veces.

Este año, en junio, durante el Primer Encuentro Rioplatense de Tango y Poesía Horacio Ferrer se le realizó un homenaje a sus 100 años. Y allí estuvo su hijo, César Salgán, actual director del Quinteto Real, y se presentó el documental Salgán y Salgán de Carolina Neal.

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Horacio Salgán. Foto: Difusión

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