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Cabaret de entreguerras en Teatro del Notariado

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Catán. Gorzy y Lieberman en Un caballo se lamenta. Foto: Difusión

Marcelino Duffau y su musical “Un caballo se lamenta”.

Brecht será una presencia fuerte esta temporada de teatro. Al Galileo Galilei que la Comedia Nacional está haciendo en el Solís, se sumará otro montaje de gran despliegue: La resistible ascensión de Arturo Ui, que El Galpón prepara para principios de agosto, en su sala principal, dirigida por el uruguayo radicado en Argentina Villanueva Cosse. Entre estos dos montajes de numeroso elenco, este viernes llega al escenario del Teatro del Notariado el musical Un caballo se lamenta, bajo dirección de Marcelino Duffau y dirección musical de Fernando Chitnisky. Irá los viernes a las 21:00 y las entradas se venden en Abitab y en la sala (Guayabos 1729), a $ 430.

El título, tomado de un poema del escritor alemán, tiene como protagonistas a tres jóvenes actrices y cantantes (Melanie Catán, Melina Gorzy y Paula Lieberman), junto a una banda de tres músicos. Ellos serán los responsables de recrear en el escenario el sugestivo clima del cabaret alemán de entreguerras, utilizando como eje las principales canciones del gran poeta germano, pero desde una estética actual.

"Para el repertorio se seleccionaron diferentes temas, algunos pertenecen a La ópera de dos centavos, otros a Mahagonny, y El señor Puntila y su criado Matti, pero muchos de los temas cantados son poemas que han sido musicalizados por Kurt Weill, a excepción justamente de Un caballo se lamenta, que fue Hanns Eisler el responsable de ponerle música", adelanta Duffau sobre este musical, de una hora de duración.

Con Santiago Caetano al piano, Gabriel Chiesa en la batería y Chitnisky en el bajo, el musical busca ir hacia los años 30 y 40 desde la audacia y la libertad creativa del siglo XXI. Desde melodías que van desde lo festivo a lo expresionista se irá desplegando una temática de fuerte compromiso social, propia del genial dramaturgo. "El amor no correspondido, las brutalidades de la vida de preguerra y posguerra, la venganza, los dolores. Pero también esperanza es lo que rezuman las letras de Brecht, siempre teniendo como una constante un mundo mejor, un mundo donde todo sea más justo. Brecht habla a los hombres futuros del mundo que él cree que vendrá, de una sociedad justa y equitativa, donde el trabajo esté acompañado por el plato de comida", señala Duffau, cuyo primer contacto con la obra del autor alemán se remonta a 1978, cuando puso en escena La excepción de la regla, en la Universidad Católica de Lima, una de sus primeras puestas en escena.

"Brecht resume toda su filosofía y su pensamiento en una simple y sencilla frase: comer primero, luego la moral. Él sigue siendo el poeta con la habilidad para la respuesta irónica y desvergonzada, la narración épica. Es por eso que se hace imposible relegar a Brecht al desván de los trastos, o aún peor, al mausoleo de los clásicos, como muchos lo han intentado", afirma el director, quien en 40 años de carrera ha llevado a escena numerosos textos de corte comprometido, desde la recordada La empresa perdona un momento de locura, de Rodolfo Santana, hasta las mejores obras de Darío Fo.

"El mundo gira y avanza y el arte escénico evoluciona y es por eso que hoy, quizás, se deba cambiar la forma de interpretar sus obras, o matizar sus teorías: pero la voz de Brecht sigue viva, porque como dijo Roland Barthes, el teatro brechtiano es un teatro moral, es decir, un teatro que se pregunta con el espectador", remata Duffau.

La obra irá hasta el 28 de julio, y poco después llegará La resistible ascensión de Arturo Ui, que será protagonizada por Héctor Guido, con escenografía de Osvaldo Reyno y vestuario de Nelson Mancebo. La nueva versión de El Galpón tendrá como director a Villanueva Cosse, veterano hombre de teatro que formó parte de la compañía en los años 60: incluso el artista participó en la versión de ese título que El Galpón hizo en 1965 en la Carpa de Futi, dirigido por Atahualpa del Cioppo, el pionero en los montajes brechtianos en Uruguay.

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Catán. Gorzy y Lieberman en Un caballo se lamenta. Foto: Difusión

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