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Benedetti por españoles y por chilenos

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Feos

Dos obras de singular formato

Teatro con muñecos y teatro a ciegas: dos propuestas para ver desde hoy

Dos espectáculos teatrales sobre textos de Mario Benedetti se pueden ver desde hoy en el Festival Internacional de Artes Escénicas, y ambos tienen sus singularidades. Por un lado, el dramaturgo chileno más famoso en este momento en Uruguay, Guillermo Calderón, hará desde esta noche Feos, inspirada en el cuento La Noche de los Feos, del escritor uruguayos. Con dirección de Aline Kuppenheim, irá en Sala Balzo, marets 10, miércoles 11 y jueves 12 a las 20:00. Las entradas para ambas obras se venden en Tickantel, a $ 300.

El escritor chileno cosechó fanáticos de su obra en Uruguay y la región a través de una serie de textos teatrales de gran factura literaria y de fuerte contenido político. Pero desde hoy su trabajo se verá en otro registro, que tiene como base unos sofisticados muñecos, que tienen más de sofisticada mecánica que de fantoches. Desde ese lenguaje lanza desde el escenario menor del Auditorio Adela Reta una reflexión sobre el lugar de la belleza en el mundo actual, y hacia el interior de cada uno.
Para eso tomó del autor de La tregua, esta historia de dos seres monstruosos a los ojos del mundo. Ellos han crecido soportando la dura mirada de los otros, y su encuentro en la fila del cine lleva a un café, y a una conversación inesperada y franca. Y luego a la invitación a entrar juntos en la oscuridad de un departamento, para intentar verse sin mirarse, y encontrar lo que la luz esconde.

Feos
Proceso de creación de Feos

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También desde hoy, un grupo de artistas españoles ofrecerán la literatura de Benedetti, desde la Sala Atahualpa, de El Galpón. A voz en cuello es un trabajo escénico dirigido por el madrileño Sergio Peris-Mencheta, que se presenta hoy y mañana a las 21.00. Basado en El porvenir de mi pasado, el montaje está concebido como un recorrido por la emisión de 10 programas nocturnos de radio. Desde la intimidad nocturna que se respira en el estudio, el protagonista cuenta anécdotas, desgrana su día a día, y habla, más que nada, de la palabra, de su uso y de su abuso. Para eso, a cada espectador se le ofrece un antifaz que cubre los ojos, y estimula a agudizar los oídos. La obra traba de la necesidad de comunicar, pero también del miedo a hablar, o del temor a que otros hablen. La escenificación, muy sencilla, va acompañada por poemas de Benedetti, musicalizados y cantados en vivo, más alguna voz en off del propio escritor uruguayo.

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