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"La política en Argentina es el gran entretenimiento"

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Claudia Piñeiro. Foto: Nicolás Pereyra

La autora de best sellers como La viuda de los jueves y Betibú, ahora tiene nueva novela, Las maldiciones, ambientada en la política argentina. “Hay personajes que podrían ser reales, pero todos tienen algún elemento que hace imposible identificarlos con alguno de los más conocidos”, dice Piñeiro.

“Muchos me preguntan si el protagonista, Rovira, es Macri. Y no, es otro tipo de persona. Otros me dicen que su asesor, Sylvestre, es Durán Barba (el asesor ecuatoriano de Macri). Pero todos los políticos tienen asesores, podría ser cualquiera”.

—El libro dibuja una imagen de la política muy cruel, diferente a la idealista en la que se crió la hija de un comunista español emigrado como usted. ¿Escribe desde la decepción?

—Mi casa era muy política y mi época también. Ahora en Argentina y en otros países aparecen personas que dicen "como sé manejar una empresa y soy exitoso también voy a saber manejar un país". Detrás de eso no hay un discurso político, de ideas de peso. Muchos añoramos ese político que te hacía pensar, que había ideas, sustancia. Pasa en todos los partidos. Al principio los discursos de Cristina Kirchner tenían una contundencia mayor. Cada vez fueron haciéndose más fáciles.

—La trama de la novela es descarnada, con políticos que cometen los peores delitos por el poder. Para el lector argentino parece creíble.

—Eso es de lo más verosímil que tiene la novela (se ríe). Alguien dijo que la literatura no da cuenta de cómo es una sociedad sino de como se ve a sí misma. Nosotros nos vemos así. Hay una enorme desilusión con la política.

—Hay asesinatos y extorsiones del peor nivel, un político que cree en maldiciones. ¿Eso es Argentina?

—A veces la novela está en el límite de la parodia. Yo escribía y pensaba: se van a dar cuenta de que esto es un chiste. Pero después veía en la televisión algo similar. La semana pasada, Daniel Scioli —ex candidato presidencial del peronismo, que rompió con su novia 30 años menor que él y embarazada de tres meses porque le fue infiel con otra y le pidió que abortara— salió en televisión a decir que todo esto le va a dar más fuerza para seguir luchando por su país. Me escribió mucha gente diciendo ¡esto se lo escribió Sylvestre! (el gurú del protagonista en la novela). Scioli dijo que la otra chica le había enviado fotos medio desnuda porque estaba promocionando su marca de ropa interior. Yo eso lo habría puesto en mi novela en chiste. Y sin embargo él le paga a alguien que le ha dicho que le va a ir bien si dice eso. ¿Qué nos pasó como pueblo para aceptar esto?

—¿Por qué Argentina está tan obsesionada con la política?

—Todo el mundo habla de política. Cuando era chica, a la hora de la cena en la televisión estaba la típica comedia familiar. Ahora todo son programas de política. Creo que de alguna manera se ha convertido en un entretenimiento para los argentinos. Y en realidad no hay nada más entretenido que un programa de política, yo a veces cambio de canal y acabo volviendo porque nada puede competir. Creo que también tiene que ver con esa cosa tan argentina de que nosotros sabemos de todo, y por supuesto también de política.

—¿La realidad argentina es buen material para novelar?

—Cuando empecé a escribir este libro, pensaba en estos dos personajes y su drama, que tiene que ver con la paternidad, con la búsqueda de la identidad. Pero como lo metí en el mundo de la política, me chupó todo. Es tan grande, tan poderoso, que se lleva puestas todas las pequeñas historias que se me podían haber ocurrido. Si me preguntabas antes de escribir de qué trataba la novela, te hablaría de los personajes, del dilema moral y perverso que uno le plantea al otro. Pero al estar en el mundo de la política se corre todo. Porque en política, lo peor, incluso ser un asesino, es creíble. Allí todo vale.

—Es su primera obra totalmente centrada en la política.

—Hice teatro político varias veces. Tengo una obra sobre el genocidio armenio. Y novelas como Las viudas de los jueves o Betibú, tenían un mensaje político. Pero esta es mi primera novela ambientada directamente en la política. Siempre escribo sobre la realidad argentina, mis personajes están en la calle aquí y ahora. Y aquí y ahora en Argentina lo que está es la política. Está en las panaderías, en las verdulerías, en el supermercado. Y la gente no se cansa. A mi novela le va bien, otros como el libro de Laura Di Marco sobre Macri también están vendiendo mucho. El problema es que no tenemos un pensamiento crítico, lo hacemos para entretenernos.

—¿Es muy difícil discutir de política en Argentina?

—La política acá es muy visceral. Se pierden amigos por discusiones. Los argentinos somos muy duros con nosotros mismos. Pero hay cosas de las que podemos estar orgullosos. Una es la forma en que defendemos los derechos humanos. No en cualquier país habría salido tanta gente a la calle contra esa sentencia del dos por uno (que reducía las condenas a los represores). O por ejemplo que la educación universitaria sea gratuita y venga gente de toda Latinoamérica a estudiar acá.

—¿Argentina se está reinventando otra vez?

—Somos expertos en hacernos y rehacernos. En 2001 parecía que se terminaba todo, al punto que no tenías plata en la billetera para ir a comprar leche. Había mucha gente fuera del sistema. Y sin embargo fue el año en que aparecieron varias editoriales independientes, había obras de teatro en las casas de los directores, de los actores, era una ebullición de resistencia. Hay una capacidad permanente de resurgir de las cenizas. Pero ya estoy harta de que ese sea nuestro capital. En algún momento deberíamos empezar a construir.

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Claudia Piñeiro. Foto: Nicolás Pereyra

CLAUDIA PIÑEIROCARLOS E. CUÉ

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