La diva argentina volvió a beber de más en Punta del Este.

No sé muy bien cómo reaccionar a las publicaciones sobre las borracheras de mi querida Susana, que este verano ya fueron demasiado frecuentes para mi gusto (vi dos artículos distintos, demasiado para una señora adulta). Yo entiendo, porque no se crean que a esta altura de mi vida farandulera no aprendí nada, que la edad de las celebridades se mide diferente: Susana Giménez tiene 72 años pero sigue siendo una chiquilina de espíritu libre, sigue teniendo el pelo largo y rubio y sigue usando vestidos ceñidos. Porque vieron que está esa idea de que una envejece (no tengo mucha diferencia de edad con la Su, les diré) y tiene que ir poniéndose más sobria. Más aburrida, vamos a decir las cosas como son.

Cuando sos vieja ya te miran mal si te dejás el pelo largo, si te teñís de un color muy llamativo, si no te teñís también, y ni que hablar si hacés algún intento por mantenerte un poquito atractiva. Con los criterios con los que se manejan hasta mis amigas que son bastante mayorcitas ya, la vida debería terminarse a los 50. Eso, o todos deberíamos tener la opción de ser famosos.

Bueno, Susana la tiene y entonces entiendo que siga saliendo de copas, porque a nadie se le ocurre decir: “qué ridícula que es, a esa edad”. No, al contrario, es divertido ver cómo sigue saliendo con sus amigos y tomándose unas cuantas bebidas que la dejan entonada frente a las cámaras. Qué le importa, si igual se mata de la risa de esa situación.

A mí también me divierte verla, para qué mentirles, pero me genera sentimientos encontrados porque si yo me emborrachara no creo que a mi familia le causara gracia, muy por el contrario. ¡Qué diría mi nieto!

A Susana nadie le dice nada, es como la reina de Argentina (bueno, que Mirtha no se ponga celosa). Si quiere pasarse de tragos en Punta del Este y si las cámaras la pescan en esa situación, a nadie le preocupa demasiado. Al contrario, ¡creo que hasta la invitarían a ir a tomar!

ANTONIA RÍOS

COLUMNA FARANDULERAANTONIA RÍOS