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Obra maestra sobre el heroísmo bélico

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El constante bombardeo y la muerte inminente son mostrados en imagen y sonido. Foto: Difusión

El mundo para Christopher Nolan está construido sobre materiales maleables. La memoria, por ejemplo, que es uno de los motivos principales de este director británico como lo dejó en claro en Memento, la película con la que llamó la atención en 2000 o en la barroca El origen de 2010, una construcción cinematográfica ambiciosa, hermética e importante.

Esas posibilidades filosóficas y materiales de alterar lo que creemos seguro estaba presente también en Interstellar. Y hay mucho de eso en lo que sea que hable su trilogía de Batman (Batman inicia, El caballero de la noche, El caballero de la noche asciende), su obra más pretenciosa y que debería ser vista en conjunto para analizar su forma y su contenido.

Por eso puede resultar exótico que su nueva película, Dunkerque, sea sobre algo tan terrenal, contundente y difícil de cambiar como un hecho histórico.

La Segunda Guerra Mundial es el conflicto bélico del cine clásico estadounidense. Esa pertenencia al protocolo clásico es lo que la hace aún atractiva para directores mayores como Steven Spielberg, artistas personales como Terence Malick o herederos de los grandes maestros como Clint Eastwood.

Spielberg (que también trató el hecho desde el humor en 1941, la aventura en El imperio del sol y el drama en La lista de Schindler) marcó la nueva impronta del cine bélico con Rescatando al soldado Ryan, cuyo ficticio desembarco en Normandía construyó un mito desde una sofisticación documental y es una de las grandes escenas del cine. Malick le aportó, en La delgada línea roja, la poética de paraíso perdido que está en toda su obra y Eastwood le dedicó su obra mayor (el díptico de La bandera de nuestros padres y Cartas de Iwo Jima).

Con un material que abreva de lo mejor de cada una de esos antecedentes, Nolan consigue su primera obra maestra.

Dunkerquee está centrada en la heroica evacuación de 300.000 aliados desde las amenazadas costas francesas hacia Gran Bretaña, una de las proezas cívico-militares más grandes de la historia. Joe Wright había mostrado el mismo escenario en un impresionante plano secuencia en Expiación, deseo y pecado.

Nolan, quien aquí también escribió el guión, enlaza sin respetar el tiempo tres historias y tres perspectivas: la de la batalla aérea, la participación de la solidaridad patriótica de los ingleses y la visión de aquellos que intentaban desesperadamente salir de ese lugar. Las tres tienden inevitablemente a unirse hacia el final. El formato aleatorio aporta una confusión propia de una batalla y es uno de los logros de Dunkerque.

Con todo ese material, Nolan construye un espectáculo en el que mezcla la épica del heroísmo, el suspenso y la historia humana. Lo sintetiza en un bravo piloto (Tom Hardy, otra vez con la cara tapada), un civil (Mark Rylance) que se larga con su velero derecho al frente de batalla y un joven (Fionn Whitehead) con una capacidad importante de supervivencia. Además, hay un soldado traumatizado (Cillian Murphy) y un comandante con un estricto y justo sentido del deber (Kenneth Branagh).

Aunque ya desde la primera toma (soldados recorriendo la ciudad abandonada bajo una lluvia de panfletos) queda claro que gran parte de la apuesta va hacia el despliegue visual, la banda sonora omnipresente genera un colchón en donde los efectos de sonido y la música de Hans Zimmer se confunden con resultados estremecedores. Su diseño de sonido que realmente la distingue del resto: estos son los sonidos de la guerra.

La película no da respiro desde el mismo comienzo y si donde se luce es en las escenas de batalla aérea (que son todo un espectáculo en sí mismo), lo que más le interesa a Nolan es cómo poner su megaestructura al servicio del devenir de sus personajes.

La escena final deja claro ese interés aunque no para de cargar de adrenalina, la historia. Pero otro de sus méritos es que no consifue descuidar ese pequeño gesto que nos hace humanos aun en las peores circunstancias, en nuestros peores momentos.

Una buena taquilla y rumor de Oscar.

En una taquilla a menudo dominada por el entretenimiento vacuo (aunque a veces pueda estar bien presentado) parece un milagro que una película como Dunkerque haya tenido un tremendo fin de semana de estreno en la taquilla estadounidense. Aunque claro está lejos de los más de 160 millones de dólares del primer fin de semana de El caballero de la noche asciende, la cifra lo coloca como uno de los estrenos importantes del año. Además se ha convertido en la primera contendiente seria de los próximos Oscar: la película, el director, la fotografía, el diseño de producción y el sonido están entre los mejores de sus rubros. Aunque no tiene un proyecto nuevo, todo indica que habrá una remake de Memento, la película que lo hizo conocido y que podría volver a dirigir.

Dunkerque [*****]

Reino Unido/Holanda/Francia/Estados Unidos, 2017. Título original: Dunkirk.

Escrita y dirigida por Christopher Nolan. Música: Hans Zimmer. Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Edición: Lee Smith. Diseño de producción: Nathan Crowley. Con: Fionn Whitehead, Mark Rylance, Tom Hardy, Cillian Murphy, Harry Styles. Duración: 106 minutos. Estreno: 27 de julio.

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