Ana Tipa estrena un film acerca de un hombre con dos vidas.

Cuando la cineasta Ana Tipa (Dos hítleres, 2007) fue hasta la construcción de una cárcel en Rivera tenía otro proyecto en la cabeza, sobre la relación entre las viviendas y las personas que las habitan. Esa idea, por cosas del destino, quedó trunca pero está en el origen de Preso, el documental que a partir de hoy se exhibe en la Sala B del Auditorio Nelly Goitiño y desde septiembre se estrenará en Rivera y Artigas.

En la cárcel a medio hacer, Tipa conoció a Miguel, un obrero que le contó que estaba atravesando un drama familiar, "era como si él mismo estuviera construyendo su propia cárcel emocional", dice la directora. Miguel tiene dos familias, una a cada lado de la frontera, y en cada casa tiene hijos que no estaban al tanto de la situación.

"Me convencí de que podía ser un buen protagonismo porque tiene un carisma muy particular", cuenta Tipa, que luego de ese primer encuentro buscó cómo financiar este proyecto a toda velocidad. "Lo que pasa con estos documentales es que vos necesitás mostrar lo que está pasando y cuando te cruzás con la historia ya está sucediendo, por eso hay tanto apuro", explica.

Durante dos años un equipo reducido —ella como directora, guionista y productora, un sonidista, un camarógrafo y un asistente ocasional— fueron tras los pasos de Miguel. "Algunos le ven algo de reality porque hay hechos que se dieron con la cámara prendida, sin buscarlos ni hacer una puesta en escena".

Una vez finalizado el rodaje, estuvo tres años ocupada con el montaje, ya que nuevamente hubo que salir en busca de fondos. Quedó listo en 2013 y desde entonces se proyectó en siete festivales internacionales. "Me gusta decir que es un documental distinto porque no hay entrevistas, esta es una película que se va contando sola, como sucede con las ficciones", adelanta.

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