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Sobre el periodismo y la corrupción

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Umberto Eco. Foto: archivo El País
Cristobal Manuel/NEWSCOM/SIPA

Quien recuerde el considerable volumen de libros como El nombre de la rosa o El péndulo de Foucault puede sorprenderse a primera vista al sostener en sus manos la más reciente novela de Umberto Eco.

Tiene apenas 218 páginas, impresas en una fuente no demasiado pequeña y con bastante espacio entre los renglones. En otros términos: no es el formato típico del "best seller", si se acepta que la novelística de Eco (sus ensayos son otra historia) corresponde al subgénero "best seller culto" o "best seller de calidad", categoría que no pretende "inferiorizar" al producto en cuestión sino meramente describirlo. Es un libro corto y ameno, que se lee de un tirón. Es también un libro demoledor en lo que tiene que ver con sus opiniones sobre la sociedad italiana (u occidental) en general, y la manipulación de los medios de comunicación en particular.

La acción transcurre en la ciudad de Milán entre abril y junio de 1992, con el trasfondo de las primeras investigaciones de la Tangentopoli y el operativo Mani Pulite, que terminó en pocos meses con la clase política en el poder desde la caída del fascismo, involucrada en múltiples casos de corrupción de alcances insospechados hasta entonces. La historia está contada desde el punto de vista del protagonista Colonna, periodista veterano pero con una carrera no muy destacada, que es reclutado como jefe de redacción del futuro diario Domani, y para escribir a nombre de su superior, Simei, la "historia oficial" de la creación del periódico.

El libro se convierte entonces en la narración de la elaboración de los varios "números cero" (es decir, no destinados a publicación) en los que el equipo de periodistas se entrena antes de lanzar al mercado un producto que, puede sospecharse, en realidad no va a salir nunca. A lo largo de sus capítulos, Eco imparte algunas lecciones de periodismo: por ejemplo, que la función de los diarios no es informar sino distraer a sus lectores de lo que realmente importa, que si ocurre algo tan grave que no es posible ocultarlo lo que hay que hacer es taparlo con noticias triviales con títulos más grandes, que lo que molesta a los dueños, los avisadores y los poderosos en general no existe o hay que tratar de hacer creer que existe lo menos posible.

Uno de los aspectos más intrigantes del libro es lo que podría llamarse "la historia conspiranoica de Italia" que se entrelaza con el relato, y que generalmente Eco pone en labios de uno de sus personajes llamado Bragadocio, que tiene opiniones muy raras sobre algunas cosas, desde la muerte de Mussolini hasta los intentos de golpe de estado en Italia en los tempranos setenta, o los manejos del Banco Vaticano, la Logia P2 y sus varias ramificaciones extranjeras (no faltan las referencias a Argentina y Licio Gelli, por ejemplo). Algunas opiniones críticas han definido al personaje como un delirante (y es posible que ciertas cosas que dice efectivamente lo sean), pero el libro se las arregla para conectar varios de esos delirios con realidades muy probadas, en particular la Operación Gladio, un vasto plan que involucró a la CIA, el británico MI6 y grupos de ultraderecha europeos y latinoamericanos en mucho de lo que pasó en dos continentes a lo largo de casi cuarenta años (hubo denuncias muy concretas al respecto del político Giulio Andreotti, que no era ningún conspiranoico, y toda una investigación llevada a cabo por el Parlamento Europeo). Es posible que Bragadocio "esté loco", como dice en algún momento el narrador, pero ni siquiera los locos se equivocan todo el tiempo.

Con un estilo ágil y ramalazos de un humor muy negro, Eco dispara sus feroces dardos contra casi todo y frecuentemente da en el blanco. Acaso su intención principal aparezca resumida en un párrafo cercano al final: "Si hemos logrado primero aceptar y luego olvidar todo lo que nos ha contado la BBC, significa que nos estamos acostumbrando a perder la vergüenza. ¿No te has fijado en que todos los entrevistados de esta noche contaban tranquilamente que habían hecho esto y aquello, y casi se esperaban una medalla? Nada de claroscuros en barroco, cosas de Contrarreforma; los tráficos aflorarán en plein air, como si los pintaran los impresionistas: corrupción autorizada, el mafioso oficialmente en el Parlamento, el defraudador fiscal al gobierno, en la cárcel solo los ladrones de pollos albaneses. Las personas decentes seguirán votando a los truhanes porque no darán crédito a la BBC, o no verán programas como los de esta noche porque estarán enganchados a la telebasura".

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Umberto Eco. Foto: archivo El País

Está a la venta en librerías locales “Número cero”

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